miércoles, 29 de enero de 2014

La Pequeña Alma y el Sol

Érase en un No Tiempo una pequeña Alma que le dijo a Dios, “¡Ya sé quien Soy!” “!Soy la Luz!”, Dios le dijo entusiasmado. “¡Es correcto!” “Tú eres la Luz”.

La Pequeña Alma estaba feliz por haber descubierto esta verdad tan grande. Pronto la Pequeña Alma se dio cuenta de que esto no era suficiente porque ahora deseaba experimentar lo que Era. Así que la Pequeña Alma volvió con Dios y le dijo.

“Dios, una cosa es saber quien Soy y otra cosa es actuar de acuerdo a lo que Soy. Ahora yo deseo sentir como se siente ser la Luz. ¿Me podrías ayudar?”

“Pero tú eres realmente la Luz” Dios respondió sonriendo.

“Si, pero yo deseo sentir como es Ser la Luz” exclamó el alma.

“Bien” ,dijo Dios, “Supongo que siempre debí haberlo sabido. Tú siempre has sido una pequeña alma a la que le gustan las aventuras. Sólo que hay algo que debes saber y recordar siempre. No hay nada más que Luz. Verás, no he creado nada más que lo que tú eres; así que no hay una forma sencilla para que experimentes lo que Tú Eres. No hay nada diferente a ti con lo que te puedas comparar, pues todo es Luz como Tú.”

“¿Cómo?” dijo la Pequeña Alma.

“Piénsalo de esta forma”, dijo Dios. “Tu eres como una vela en el Sol. Estás ahí con millones y trillones de velas que juntas forman el Sol. El sol no sería el Sol sin ti o sin alguna de estas velas… no brillaría como brilla ahora. Así que, ¿como puedes
conocerte como la Luz, si estás dentro de pura Luz?”

“Bueno, tú eres Dios… ¡Piensa en algo! dijo la Pequeña Alma.

“Bien, como no te puedes conocer a ti mismo como la Luz mientras estés en la Luz,te vamos a rodear de oscuridad” dijo Dios.

“¿Qué es la oscuridad?” preguntó la Pequeña Alma.

“Es aquello que tú no eres” dijo Dios.

“¿Me va a dar miedo la oscuridad?, dijo la Pequeña Alma.

“Sólo si tu lo eliges”, respondió Dios. “No hay nada en realidad a lo que le debas temer, a menos que tú decidas que lo hay. Verás, todo esto lo estamos inventando, como si fuera una película o una obra de teatro que en realidad no existe. Es como un juego.”

La Pequeña Alma se sintió mucho más tranquila al escuchar esto. Entonces Dios le explicó que para poder experimentar cualquier cosa, tenía que conocer lo contrario a ello. “Es un regalo maravilloso, pues sin lo contrario, no podrías conocer nada. No puedes saber que es caliente si no conoces el frío, lo rápido sin conocer lo lento, la izquierda sin la derecha, el ahora sin el después. Así que, concluyó Dios, cuando estés rodeado de oscuridad, no la maldigas ni te enojes con ella, pues eso sólo te traerá más oscuridad. Mejor sé la Luz dentro de la oscuridad, y no te enojes por ello. Entonces, sabrás muy bien quien realmente Eres, y los demás también lo sabrán. ¡Deja que tu Luz brille tanto que haga saber a todos lo especial que Eres!”

“¿Osea que está bien hacer notar a los demás lo especial que Soy?” preguntó la
Pequeña Alma.

“¡Por supuesto!”, dijo Dios. “¡Está muy bien! Pero recuerda, ‘especial’ no significa ‘mejor’. Todos son especiales, cada uno en su propia forma de Ser. Pero muchos lo han olvidado. Verán que está bien para ellos ser especiales sólo cuando vean que está bien para ti serlo.”

“Wow” dijo la Pequeña Alma, “¡Puedo ser tan especial como yo quiera Ser!

“Si, y puedes comenzar ahora” dijo Dios, quien estaba igual de entusiasmado que la Pequeña Alma. “¿Qué parte de especial quieres Ser?”

“¿Cómo, no te entiendo?” preguntó la Pequeña Alma.

“Bueno, ser la Luz es ser especial, y ser especial tiene muchas partes. Es especial ser generoso. Es especial ser creativo. Es especial ser paciente, servicial, amigable, feliz, amoroso. Puedes ser todo esto, o cualquier parte de especial que tú desees ser, en cualquier momento. Eso es lo que significa Ser la Luz.”

“¡Ya sé lo que quiero ser!” anunció la Pequeña Alma muy emocionada. “Quiero ser la parte especial de la Luz llamada ‘Perdón’. Quiero experimentarme como el Perdón. ¡Eso es lo especial que quiero ser!”

“Ok”, dijo Dios.“Pero hay algo que debes saber antes. No hay nadie a quien debas perdonar.”

“¿Nadie? ¿cómo?, la Pequeña Alma no podía creerlo.

“Nadie” repitió Dios. Todo lo que he creado es perfecto. No hay una sola alma en toda la creación menos perfecta que tú. Mira a tu alrededor.”

Fue entonces que la Pequeña Alma se dio cuenta que había un grupo enorme de almas reunidas. Almas habían llegado de muchos lugares lejanos, de todo el Reino, pues había corrido la voz de que esta Pequeña Alma estaba teniendo una maravillosa conversación con Dios, y todos querían escuchar lo que hablaban.

“Entonces, a quien tendrías que perdonar?” preguntó Dios.

“!Oh,Oh!, esto no va a ser nada divertido” dijo desilusionada la Pequeña Alma. “Quería experimentarme a mi mismo como Aquel que Perdona. Quería saber como se sentía esa parte de ser especial.”

Fue entonces cuando un Alma Amigable se acercó a la Pequeña Alma y le dijo “No te preocupes, yo te ayudaré.”

“¿Lo harás?” dijo entusiasmada la Pequeña Alma “Pero ¿Qué puedes hacer?.

“Puedo darte alguien a quien perdonar”, dijo el Alma Amigable. “Puedo ir en tu siguiente vida y hacerte algo para que tú me tengas que perdonar”.

“¿Pero porqué harías eso?, dijo la Pequeña Alma. “¡Tú, que eres un Ser de Pura Perfección!”, Tú, que vibras tan alto y con tanta velocidad que creas una Luz tan brillante que a penas deja mirarte fijamente. ¿Qué podría hacer que quieras bajar tanto tu vibración que entonces tu Luz brillante se transformara en una pesada oscuridad?” ¿Qué podría hacer que vinieras a mi vida y te hicieras tan pesada para hacer algo malo?”

“Simple”, dijo el Alma Amigable. “Lo haré porque te amo.”

La Pequeña Alma pareció sorprendida con la respuesta.

“No te sorprendas tanto”, dijo el Alma Amigable,“tu has hecho mucho por mi, ¿no lo recuerdas? Hemos estado juntos, tu y yo, muchas veces. A través del tiempo, en muchos lugares, hemos jugado juntos, sólo que no lo recuerdas. Hemos sido Todo lo que Es. Hemos estado Arriba y Abajo, a la Izquierda y a la Derecha. Hemos estado en el Ahora y en el Después de la Creación. Hemos sido hombre y mujer, lo bueno y lo malo. Los dos hemos sido el villano y la víctima. “Así que, hemos ido juntos, tu y yo, muchas veces antes; cada uno trayendo al otro la perfecta y exacta oportunidad para Expresar y Experimentar Quien Realmente Somos.”

“Así que, el Alma Amigable explicó más, “Iré a tu siguiente vida y seré ‘la mala” esta vez. Te haré algo muy malo, y así te experimentarás como aquel que Perdona.”

Entonces, el Alma Amigable se puso seria, y le dijo “Tienes razón en algo. Voy a tener que bajar mi vibración mucho y volverme muy pesada para poder hacer esta cosa no muy buena. Tendré que fingir Ser algo que no Soy, muy diferente a la Luz que Soy ahora. Así que te debo pedir un favor.”

“Lo que sea” dijo la Pequeña Alma, mientras saltaba de alegría cantando “Voy a saber perdonar” “Voy a saber perdonar” “¿Qué es lo que quieres que haga? Eres un Ángel tan maravilloso al querer ayudarme.”

“Claro que el Alma Amigable es un Ángel” interrumpió Dios. “¡Todos lo son!, Recuerden siempre esto: Yo sólo te envío Ángeles a tu vida.

Mirando a su alrededor a todas las almas reunidas, la Pequeña Alma aceptó esto que Dios le decía. Ninguna alma parecía menos maravillosa, menos perfecta, menos magnífica que ella misma. Tal fue su asombro al ver tantas almas reunidas, y tan brillante era su Luz, que la Pequeña Alma a penas podía fijar la mirada entre ellos. Así que la Pequeña Alma quería más que nunca asegurar al Alma Amigable que cumpliría su petición. “¿Qué es lo que necesitas que haga por ti?” preguntó de nuevo la Pequeña Alma.

“En el momento en que haga algo que te duela mucho. En el momento que te haga lo peor que te podrías imaginar,en ese momento Recuérdame Quien Realmente Soy. Recuérdame que Soy Luz.”

“¡Lo haré, lo prometo! dijo la Pequeña Alma. Siempre te recordaré como te veo ahora, en este momento.”

“Bien”, dijo el Alma Amigable, “porque, verás, yo habré estado pretendiendo tanto no ser Luz, que lo habré olvidado yo misma. Si tú no me recuerdas como la Luz que soy, tal vez no pueda recordarlo por mucho tiempo. Y si yo olvido quien realmente Soy, tú también puede ser que olvides quien realmente Eres, y los dos estaremos perdidos. Entonces necesitaremos otra alma que nos lo recuerde.”

“No nos pasará eso” prometió de nuevo la Pequeña Alma. Yo siempre te recordaré como la Luz que Eres. Y siempre te agradeceré por darme este regalo, la oportunidad de experimentar Quien Soy”.

Así, el acuerdo se hizo. La Pequeña Alma fue a una nueva vida, emocionada de ser la Luz, lo cual era muy especial, y emocionada por ser esa parte especial llamada Perdón. Y así, la Pequeña Alma esperó ansiosamente para poder experimentarse a si misma como el Perdón, y para agradecer a cualquier otra Alma que lo haya podido hacer posible.

Y en todos los momentos en esa vida, siempre que una nueva alma aparecía en escena, ya sea que le diera felicidad o tristeza, especialmente en la tristeza, la Pequeña Alma siempre recordaba: Dios sólo te envía Ángeles a tu Vida.

Fuente: La Pequeña Alma y el Sol: Neale Donald Walsch

viernes, 24 de enero de 2014

Las diez Sefirot

En términos cabalísticos las Sefirot, son las diez enmarcaciones a través de las cuales Dios creo el mundo. Este diagrama del arbol de la vida tiene la finalidad de abrir el acceso a las capacidades escondidas del alma. Es un sistema de teosofía práctica, que conecta las diez Sefirot o enmarcaciones sagradas, concepciones puramente objetivas, a través de ventidos senderos de conciencia subjetiva, recorriendo por tanto, las treinta y dos sendas por las que el alma pasa en su realización del Cosmos.


1 - Keter. — La corona, el poder equilibrador.

2 - Chocmah. — La sabiduría, equilibrada en su orden inmutable por la iniciativa de la inteligencia.

3 - Binah. — La inteligencia activa, equilibrada por la sabiduría.

4 - Chesed. — La misericordia, segunda concepción de la sabiduría, siempre bienhechora, porque es fuerte.

5 - Geburah. — El rigor necesitado por la misma sabiduría y por la bondad. Sufrir el mal es impedir el bien.

6 - Thipereth. — La belleza, concepción luminosa del equilibrio en las formas, el intermediario entre la corona y el reino, el principio mediador entre el creador y la creación.

7 - Netsah. — La victoria, es decir, el triunfo eterno de la inteligencia y de la justicia.

8 - Hod. — La eternidad de las victorias del espfritu sobre la materia, de lo activo sobre lo pasivo, de la vida sobre la muerte.

9 - Jesod. — El fundamento, es decir, la base de toda creencia y de toda verdad, que es lo que nosotros llamamos en filosofla lo absoluto.

10 - Malkout. — El reino es el universo, es toda la creación, la obra y el espejo de Dios, la prueba de la razón suprema, la consecuencia formal que nos fuerza a ascender a las premisas virtuales, al enigma cuya palabra es Dios, es decir, razón suprema y absoluta.

lunes, 20 de enero de 2014

Alta Magia

A través del velo de todas las alegorías hieráticas y místicas de los antiguos dogmas, a través de las tinieblas y de las bizarras pruebas de todas las iniciaciones, bajo el sello de todas las criaturas sagradas, en las ruinas de Nínive o de Tebas, sobre las carcomidas piedras de los antiguos templos y sobre la ennegrecida faz de las esfinges de Asiria o de Egipto, en las monstruosas o maravillosas pinturas que traducen para los creyentes las páginas sagradas de los Vedas, en los extraños emblemas de nuestros antiguos libros de alquimia, en las ceremonias de recepción practicadas por todas las sociedades secretas,se encuentran las huellas de una misma doctrina y en todas partes, cuidadosamente oculta. La filosofía oculta parece, pues, haber sido la nodriza o la madrina de todas las religiones, la palanca secreta de todas las fuerzas intelectuales, la llave de todas las oscuridades divinas y la reina absoluta de la sociedad, en las edades en que ella estaba exclusivamente reservada a la educación de los sacerdotes y de los reyes.

Había reinado en Persia con los magos, que un día perecieron, como perecen los dueños del mundo, por haber abusado de su poder; había dotado a la India de las más maravillosas tradiciones y de un lujo increíble de poesía, de gracia y de terror en sus emblemas; había civilizado a Grecia mediante los cuidados de la lira de Orfeo; ocultaba los principios de todas las ciencias y de todos los progresos del espíritu humano, en los audaces cálculos de Pitágoras; la fábula estaba llena de sus milagros, y la historia, cuando trataba de juzgar ese poder desconocido, se confundía con la fábula; derrumbaba o afirmaba los imperios por sus oráculos; hacía palidecer a los tiranos sobre su trono, y dominaba en todos los espíritus por la curiosidad o por el temor. A esta ciencia, decía la muchedumbre, nada le es imposible; manda a los elementos, sabe el lenguaje de los astros y dirige la marcha de las estrellas; la luna, a su vez, cae sangrando desde el cielo; los muertos se levantan de sus tumbas y articulan palabras fatales.que el viento de la noche repercute. Dueña del amor o del odio, la ciencia puede dar a su antojo, a los corazones humanos el paraíso o el infierno; dispone, a su placer, de todas las formas y distribuye como le place, la fealdad ola belleza; cambia, a su vez, con la varilla de circe, a los hombres en brutos y a los animales en hombres; dispone también de la vida o de la muerte y puede conferir a su adepto la riqueza, por la transmutación de los metales y la nmortalidad por su quinta esencia y su elixir, compuesto de oro y de luz. He aquí lo que había sido la Magia desde Zoroastro hasta Manes, desde Orfeo hasta Apolonio de Tiana, cuando el cristianismo positivo, triunfante, al fin de los hermosos sueños y de las gigantescas aspiracionés, de la escuela de Alejandría, osó fulminar publicamente su filosofía con su anatema, reduciéndola, por esta causa, a ser más oculta y más misteriosa que nunca.

De otra parte, circulaban con respecto a los iniciados y a los adeptos, rumores extraños y alarmantes; esos hombres estaban rodeados por todas partes de una influencia fatal; mataban o hacían enloquecer a aquellos que se dejaban arrastrar por su meliflua elocuencia o por el prestigio de su sabiduría. Las mujeres a que amaban se convertían en Estriges, sus hijos desaparecían en los conventículos nocturnos, y se hablaba, en voz baja y temblando, de sangrientas orgías y de abominables festines. Se habían encontrado osamentas en los subterráneos de los antiguos templos; se habían escuchado alaridos durante la noche; las cosechas se malograban y los rebaños anguidecían,cuando el mago pasaba por delante de aquéllas y de éstos. Enfermedades, que desafiaban el arte de la medicina, hacían su aparición en el mundo —decían-- bajo las venenosas miradas de los adeptos. En fin, un grito universal de reprobación se eleva contra la magia, cuyo solo nombre es un crimen, y el odio del vulgo se formula por este decreto: «¡Al fuego los magos!», como se había dicho algunos siglos antes: «Los cristianos a los leones.»

Las multitudes no conspiran más que contra los poderes reales; no tienen la ciencia de lo que es verdadero, pero sí tienen el instinto de lo que es fuerte. Estaba reservado al siglo XVIII el reirse, a la vez, de los cristianos y de la magia, cubriendo de fango de igual modo las homilías de Jean-Jacques que los prestigios de Cagliostro. Sin embargo, en el fondo de la magia hay ciencia, como en el fondo del cristianismo hay amor, y en los símbolos evangélicos vemos al Verbo encarnado, adorado en su infancia por tres magos a quienes guía una estrella (el ternario y el signo del microcosmos) y recibiendo de ellos el oro, el incienso y la mirra; otro temario misterioso bajo cuyo emblema están contenidos alegóricamente los más elevados
secretos de la cábala.

El cristianismo no debía odiar a la magia; pero la ignorancia humana siempre tiene miedo de lo desconocido. La ciencia se vio obligada a ocultarse para librarse de las apasionadas agresiones de un amor ciego; se envolvió en nuevos jeroglíficos, disimuló sus esfuerzos y disfrazó sus esperanzas. Entonces fue creada la jerga de la alquimia, continua decepción para el vulgo, ansioso de oro, pero lengua viva para los verdaderos discípulos de Hermes.

Y ¡cosa singular! existen en los sagrados libros de los cristianos, obras que la Iglesia infalible no tiene la pretensión de comprender, ni ha tratado nunca de explicar; la profecía de Ezequiel y el Apocalipsis; dos clavículas cabalistas, reservadas sin duda en el cielo para que los comenten los reyes magos; libros terrados y sellados con siete sellos para los fieles creyentes y perfectamente claros para el infiel iniciado en las ocultas ciencias.

Otro libro existe aún; pero éste, aunque sea hasta cierto punto popular y se le encuentre por todas partes, es más oculto y el más desconocido de todos, porque contiene la clave de todos los demás; se le ha dado publicidad, sin ser conocido por el público; no se preocupen de pensar en dónde está, porque perderían mil veces el tiempo. Este libro,más antiguo quizá que el de Enoc, jamás ha sido traducido, y está escrito totalmente en caracteres primitivos y en páginas sueltas como las tabletas de los antiguos. Un distinguido sabio ha revelado su existencia, siendo de advertir que lo que le ha llamado la atención, no ha sido precisamente el secreto, sino la antigüedad y su singular conservación; otro sabio, pero de un espíritu más fantástico que juicioso, se ha pasado treinta años estudiándolo, sin comprender nada más que su indiscutible importancia. Se trata, en efecto, de una obra monumental y singular, sencilla y fuerte como la arquitectura de las pirámides, y duradera, por consiguiente, como ellas; libro que resume todas las ciencias y cuyas infinitas combinaciones pueden resolver todos los problemas; libro que habla y hace pensar; inspirador y regulador de todas las combinaciones posibles; la obra maestra quizá del espíritu humano, y seguramente una de las más hermosas que nos ha legado la antigüedad; clavícula, cuyo nombre no ha sido comprendido y explicado más que por el sabio iluminado Guillaume Postel; texto único, cuyos primeros caracteres, tan sólo extasiaron el espíritu religioso de San Martin,y hubieran dado la razón al sublime e infortunado Swedenborg. Este libro —ya hablaremos de él— y su explicación matemática y rigurosa, será el complemento y la corona de nuestro concienzudo trabajo. La alianza original del cristianismo y de la ciencia de los magos, si queda una vez más bien demostrada, no será un descubrimiento de mediana importancia, y no dudamos que el resultado de un estudio serio de la magia y de la cábala, no conduzca a los espíritus serios a la conciliación, considerada hasta el presente como imposible, de la ciencia y del dogma, de la razón y de la fe.

Ya hemos dicho que la iglesia, cuyo atributo especial es el depósito de las llaves, no pretende tener las del Apocalipsis o de las visiones de Ezequiel. Para los cristianos y en opinión suya, en clavículas científicas y mágicas de Salomón se han perdido. Es cierto, sin embargo, que en el dominio de la inteligencia, gobernada por EL VERBO, nada de lo que está escrito se pierde, solamente las cosas que los hombres cesan de comprender, no existen ya para ellos, al menos como verbo. Estas cosas penetran, entonces, en el dominio del enigma y del misterio.

De otra parte, la antipatía y aun la guerra abierta de la Iglesia oficial contra todo lo que entra en el dominio de la magia, que es una especie de sacerdocio personal y emancipado, obedece a causas tan necesarias e inherentes como las del sacerdocio cristiano. La iglesia ignora lo que es la magia porque debe ignorarlo todo o perecer,como lo demostraremos más tarde. La conoce menos que su misterioso fundador, que fue saludado en su cama por los tres magos, es decir, por los embajadores hieráticos de las tres partes del mundo conocido y de los tres mundos analógicos de la filosofía oculta.

En la escuela de Alejandria la magia y el cristianismo se dan casi la mano bajo los auspicios de Ammonio Saccas y de Platón. El dogma de Hermes se encuentra casi todo entero en los escritos atribuidos a Dionisio el Areopagita. Sinesio traza el plan de un tratado de los sueños, que debía ser comentado más tarde por Cardan, y compuesto de himnos que podría servir a la liturgia de la iglesia de Swedenborg, si una Iglesia de iluminados pudiera tener una liturgia. Es también en esta época de abstracciones ardientes y de logomaquias apasionadas cuando se une el reinado filosófico de Juliano,llamado el Apóstata, porque en su juventud había hecho, en contra de su voluntad,profesión de fe en el cristianismo. Todo el mundo sabe que Juliano tuvo la desgracia de ser un héroe de Plutarco, fuera de razón, y fue, si así puede hablarse, el Don Quijote de la Caballería romana; pero lo que todo el mundo no sabe es que Juliano era un iluminado y un iniciado de primer orden; era un individuo que creía en la unidad de Dios y en el dogma universal de la Trinidad; era, en una palabra, un ser que no admitía del antiguo mundo más que sus magníficas símbolos y sus muy graciosas imágenes.

Juliano no era pagano, sino un gnóstico atiborrado de las alegorías del politeísmo griego, y que tenía la desgracia de encontrar menos sonoro el nombre de Jesucristo que el de Orfeo. Como emperador pagó sus gastos de colegio como filósofo y como retórico, y, después que se hubo dado a sí mismo el placer de expirar como Epaminondas, con las frases de Catón, tuvo de la opinión pública, ya toda cristiana, anatemas por oración fúnebre y un epíteto deshonoroso por última celebridad.

Pasemos por alto las pequeñeces del Bajo Imperio y lleguemos ala Edad Media... Tomad ese libro, leed en la séptima página y sentaos después sobre el manto que yo voy a extender y con una de cuyas puntas nos taparemos los ojos... Vuestra cabeza da vueltas, ¿no es eso, y os parece así como si la tierra huyera de vuestro pies?Manteneos firmes y no mirdis... El vértigo cesa; hemos llegado. Levantáos y abrid los ojos; pero guardáos de hacer ningún signo y de pronunciar ninguna palabra cristiana. Estamos en un paisaje de Salvador Rosa. Es un desierto que reposa después de haberse desencadenado en él una tormenta. La luna no resplandece en el cielo. Pero, ¿no veis oscilar las estrellas por entre los matorrales? ¿No escucháis a vuestro alrededor el revoloteo de gigantescos pájaros que, al pasar, parece que murmurarán palabras estrañas? Aproximémonos silenciosamente a la. encrucijada. Una ronca y fúnebre trompeta se deja oir; una infinidad de antorchas e iluminan por todas partes. Una numerosa asamblea se congrega alrededor de un círculo que está vacío; miran y esperan. De pronto, todos los concurrentes se prosternan y murmuran: ¡Helo ahí, helo ahí! ¡Es él! Un príncipe con cabeza de macho cabrío llega contoneándose, sube sobre su tmno, se inclina y presenta a la asamblea un rostro humano, al que todo el mundo acude, cirio negro en mano, a ofrecerle un saludo y un ósculo; luego se endereza, lanza una carcajada estridente y distribuye a sus fieles oro, instrucciones secretas, medicinas ocultas y venenosas. Durante esta ceremonia las malezas se incendian y arden mezcladas con osamentas humanas y grasas de suplicios. Druidesas coronadas de una planta parecida al perejil y de verbena sacrifican con falces de oro niños sustraídos al bautismo y preparan horribles ágapes. Las mesas se ponen; los hombres enmascarados se colocan al lado de las mujeres semidesnudas, y comienza la bacanal. Nada falta allí, excepto la sal, que es el símbolo de la sabiduría y la inmortalidad.

Corre el vino a torrentes, dejando manchas semejantes a la sangre; comienza las conversaciones y las caricias obscenas; toda la concurrencia está borracha de vino, de lujuria y de canciones deshonestas. Todo el mundo se levanta en desorden y se forman los corros infernales... Llegan entonces todos los monstruos de la leyenda, todos los fantasmas de las pesadillas; sapos enormes tocan la flauta al revés, y soplan, apretando las ancas con sus patas; escarabajos cojitrancos se mezclan en la danza; cangrejos hacen sonar las castañuelas; cocodrilos hacen piruetas con sus escamas; llegan elefantes y mamuts vestidos de Cupido y levantan las patas como si danzaran... Luego los corros se deshacen y se dispersan... se apagan, perdiéndose el humo entre las sombras... Aquí,allí y allá se escuchan gritos, carcajadas, blasfemias y estertores... Vamos, despertaos,y no hagáis el signo de la cruz. Yo os he transportado y estáis en vuestro lecho, os encontráis un tanto fatigados, un poco si es, noes magullados, a causa del viaje y de la mala noche; pero habéis visto una cosa de la que todo el mundo habla sin conocerla.

Estáis iniciados en terribles secretos como del antro de Trofonio. ¡Habéis asistido al Sabbat! De desear es que no os volváis locos y que os mantengáis en un saludable temor de la justicia y a una distancia respetuosa de la Iglesia y de sus hogueras.¿Queréis ver ahora alguna cosa menos fantástica, más real, y verdaderamente terrible? Pues os haré asistir al súplicio de Jacques de Molay y de sus cómplices, o de sus hermanos en martirio... Pero, no os engañéis y no confundáis al culpable con el inocente. ¿Han adorado realmente los templarios a Baphomet, o han dado un humilde abrazo a la faz posterior del macho cabrío de Mendés? ¿Qué era, pues, esa asociación secreta y poderosa que ha puesto en peligro a la Iglesia y al Estado y la cual exterminaron sin oírla? No juzguéis nada a la ligera; son culpables de un gran crimen, han dejado ver a los profanos el santuario de la antigua iniciación; han recogido para repartirlo entre sí, y hacerse los dueños del mundo, los frutos de la ciencia del bien y del mal. El decreto que los condena se remonta más allá que el mismo tribunal del Papa o de Felipe el Hermoso. «El día que comas de este fruto, morirás», había dicho el mismo Dios, según vemos en el Génesis.

¿Qué ha ocurrido en el mundo y por qué los sacerdotes y los reyes han temblado? ¿Qué poder secreto amenaza las tierras y las coronas? He ahí algunos locos que corren de país en país y que ocultan, según dicen, la piedra filosofal, bajo sus harapos y su miseria.Pueden cambiarla tierra en oro, y sin embargo ¡carecen de pan y de asilo! Su frente está ceñida por una aureola de gloria y por un reflejo de ignominia. Eluno ha encontrado la ciencia universal y no sabe cómo morir para escapar a las torturas de su triunfo: es el mallorquín Ramon Liull. El Otro cura con remedios fantásticos las enfermedades imaginarias y ofrece un formal mentís al proverbio que comprueba la ineficacia de un cauterio en una pierna de madera; es el maravilloso Paracelso, siempre ebrio y siempre lúcido como los héroes de Rabelais. Aquí es Guillaume Postel, que escribe ingenuamente a los Padres de Concilio de Trento que ha encontrado la doctrina absoluta, oculta desde el comienzo del mundo y que ya se le hace tarde en compartirla con los demás. El Concilio no se inquieta del loco y ni aun se digna condenarle, pasando al examen de cuestiones tan graves como la gracia eficaz y la gracia suficiente.

Aquel que vemos morir pobre y abandonado es Cornelio Agrippa, el menos mago de todos, y a quien el vulgo se obstina en considerarle como el mayor hechicero del mundo, porque era a veces satírico y mistificador. ¿Qué secreto se han llevado todos esos hombres a sus tumbas? ¿Por qué se les admira sin haberlos conocido? ¿Por qué se les condenó sin escucharlos? ¿Por qué están iniciados en esas terribles ciencias ocultas de las que la Iglesia y las sociedad tienen miedo? ¿Por qué saben ellos los que los demás hombres ignoran? ¿Por qué disimulan ellos lo que todo el mundo arde en saber? ¿Por qué están investidos de un poder terrible y desconocido? ¡Las ciencias ocultas! ¡La magia! He aquí dos palabras que os dicen todo y que aún pueden hacernos pensar más. De osmnire scibili et quibusdam alu.

¿Qué es, por tanto, la magia? ¿Cuál ém el poder de esos hombres tan perseguidos y tan fieros? ¿Por qué si eran tan fuertes no han vencido a sus enemigos? ¿Por qué si eran tan insensatos y tan débiles se les dispensaba el honor de temerles? ¿Existe una magia, existe verdaderamente una ciencia oculta que sea ciertamente un poder y que opere prodigios capaces de competir con los milagros de las religiones autorizadas?

A estas preguntas principales responderemos con una palabra y con un libro. El Libro será la justificación de la palabra y esta palabra es: sí, ha existido y existe todavía una magia poderosa y real; sí, todo cuanto las leyendas dicen es cierto; aquí, única y contrariamente a lo que ocurre generalmente, las exageraciones populares no estaban sólo de lado sino muy por debajo de la verdad.

Sí, existe un secreto formidable cuya revelación ya ha trastornado el mundo, como lo atestiguan las tradiciones de Egipto, resumidas simbólicamente por Moisés en el comienzo del Génesis. Este secreto constituye la ciencia fatal del bien y del mal y su resultado, cuando se divulga, es la muerte. Moisés lo representa bajo la figura de un árbol que está en el centro del paraíso terrenal, y vecino, y con las raíces comunes al árbol de la vida; los cuatro ríos misteriosos, toman su manantial al pie de este árbol, que está guardado por la espada flameante y por las cuatro firmas de la esfinge bíblica, el querubín de Ezequiel... Aquí debo detenerme y hasta temo haber dicho demasiado.

Sí, existe un dogma único, universal, imperecedero, fuerte como la razón suprema, sencillo como todo lo que es grande, inteligible como todo lo que es universalmente y absolutamente verdadero, y este dogma ha sido el padre de todos los demás. Sí, existe una ciencia que confiere al hombre prerrogativas, en apariencia sobrehumanas, helas aquí tales y como yo las he hallado enumeradas en un manuscrito hebreo del siglo XVI. He aquí ahora cuáles son los privilegios y los poderes del que tiene en su mano derecha las clavículas de Salomón, y, en la izquierda, la rama florida del almendro.

Fuente: Dogma y ritual de la Alta Magia (Introducción) Eliphas Levi

Libros de Eliphas Levi en la red: http://www.miguelangelvargascruz.com/librosdeeliphaslevi_blog_39.html

viernes, 17 de enero de 2014

El hambre en el mundo

El materialismo feroz devora los principios básicos de la conciencia del amor puro, un dogma actual que en ninguna de sus vertientes contempla el amor, una versión antiespiritual que en términos de evolución está abocada al fracaso.

Grandes especuladores y acaparadores, políticos ineficaces que no dudan en enriquecerse ilícitamente y sin el menor escrúpulo, dirigentes religiosos que rezan sobre el plato de la opulencia, incluso gentes comunes como tu y yo, que con nuestra ignorancia espiritual y asidos al inmovilismo, mantenemos la validez de un sistema que asumimos estar basado, en el reconocimiento de los derechos individuales en torno a relaciones voluntarias, y regulado por el propio mercado.

Este es un sistema ilusorio, que nos hace aferrarnos egoístamente a derechos secundarios, frente al derecho universal de la alimentación. Un derecho basado en el acceso individual o colectivo, de manera regular y permanente a una alimentación adecuada para todos los habitantes del planeta, así como un derecho basado en el acceso a los medios necesarios para su producción, garantizando con ello una vida física y psíquica digna.

La producción agrícola mundial, es suficiente para alimentar al doble de la población del planeta, mientras la cifra de hambrientos en el mundo no cesa de incrementarse año tras año.

Este sistema actual, que describimos regulado por el propio mercado, es únicamente un mercado del ego, promovido por el temor. Un sistema diseñado para seres incapaces de recordar su esencia más elevada. Riquezas absurdas que duran a lo sumo una vida, para seres tan pobres que solo poseen dinero, frente a almas maestras, que en muchos casos vienen voluntariamente para hacernos recordar la pureza del amor.



miércoles, 15 de enero de 2014

Los herejes del cristianismo

Las herejías del siglo I y II

El vocablo hereje procede de la palabra latina “haeresis” y esta es una adaptación del término griego “hairesis” que etimológicamente significa división, ruptura de la unidad, o divergencia de opinión.

Pasado poco tiempo después de la crucifixión del Cristo en el siglo I aparecen los primeros herejes del cristianismo. Los judaizantes, eran judíos conversos que estaban aferrados a sus ritos tradicionales y seguían convencidos que eran el pueblo elegido por Dios, y que Jesús había afirmado que su misión no era abolir el “Antiguo Testamento” sino la de completarlo, intentando por tanto introducir el culto y ritos hebreos en la naciente iglesia cristiana. La diferencia entre los judaizantes y los auténticos seguidores de Cristo se hizo tan tensa, que San Pedro se sintió obligado a convocar el primer concilio de la iglesia, una asamblea limitada que no figura ente los ecuménicos. En esta asamblea se debatieron las graves discrepancias existentes, terminando condenados los judaizantes y surgiendo con ello una nueva secta, los ebionitas.

Los ebionitas continuaron cumpliendo los cultos hebreos, a la vez que enaltecían la figura de Jesúscristo pero negando que fuera Hijo de Dios, considerándolo un profeta simplemente, eso sí tan importante como el mismo Moisés. Los ebionitas se circuncidaban y también se bautizaban cumpliendo todos los ritos hebreos a la vez que los cristianos, si bien estos últimos bastante deformados y ajustados a su culto. Frente a los ebionitas, había grupos de cristianos gnósticos, paganos que aceptaban la fe cristiana pero pretendían introducir en ella sus concepciones personales, basados en antiguas creencias y prácticas mágicas.

La palabra gnosis procede del griego y significa conocimiento. Los gnósticos anteponían el valor del conocimiento a la fe, “El conocimiento puede llevar a Dios” aseveraban. Este afán de llegar a Dios por el conocimiento de la Naturaleza visible e invisible, es común a todas las épocas. Estos gnósticos estaban fragmentados en sectas que admitían la existencia de seres intermedios, como eones, ángeles y otros, entre Dios y el hombre. Además afirmaban poseer los secretos del Cielo y Tierra gracias a conocer las revelaciones contenidas en el libro de Set.

Entre los gnósticos de los primeros años del cristianismo el que más fama alcanzó fue Simón el Mago, del que se habla en los “Hechos de los Apóstoles”. Aquellos que creen en la existencia de Simón, afirman que era de origen judío y que nació en Samaria. Simón aprendió diferentes secretos mágicos de su maestro llegando a convertirse en un auténtico ídolo para los Samaritanos. El se creía una divinidad dejándose adorar por sus seguidores. Simón conoció los prodigios de San Felipe que fue a Samaria a desenmascarar personalmente a Simón. Este al ver a San Felipe, reconoció a un mago con poderes superiores a los suyos decidiendo convertirse al cristianismo, y aprender lo que consideró ser una magia suprema.

Pero San Pedro el gran mago, se limitó a explicarle que Cristo había sido crucificado para la salvación del género humano. Simón convencido de que Pedro le ocultaba la magia y los secretos de su poder, se le ocurrió ofrecerle el dinero que desease al primero de los apóstoles, a cambio del poder que el Cristo le había otorgado, el don de conferir el Espíritu Santo.

Pedro muy indignado expulsó a Simón de la comunidad cristiana, el cual decidió predicar su propia doctrina, comprando una esclava a la que llamaba Selene, una médium a la que convirtió en su amante y con la que se lanzó a conquistar adeptos, predicando una mitología con ribetes mágicos.

Simón contaba a sus adeptos que era una divinidad encarnada que representaba al Sol en la Tierra, y que intentaba liberar a Selene, o Luna en griego, de unos ángeles que la habían encadenado a un cuerpo mortal.

Poco se conoce del final de la vida de Simón el Mago, el más famoso de los gnósticos, su historia se diluye en las más fantásticas leyendas. Una de estas leyendas nos cuenta que si San Pedro se trasladó a Roma, fue para destruir definitivamente las doctrinas de Simón.

La leyenda cuenta algo así:

San Pedro – Que la paz sea contigo Simón.

Simón – No necesitamos la paz, por la guerra la verdad se descubre. La paz entre adversarios es el triunfo de uno y la derrota de otro.

San Pedro - ¿Por qué rehusas la paz? Son los miedos de los hombres los que han crecido la guerra. La paz acompaña la virtud.

Simón – La virtud es la fuerza y el saber. Yo tengo los mismos atributos que tenía tu Maestro, resucito, curo a los enfermos, convierto las piedras en panes …. Y tú … ¿qué haces?

San Pedro – Yo oro por ti, a fin de que no perezcas víctima de tus prodigios y para que vuelvas a la razón.

Simón – Guarda tus oraciones ellas no subirán tan pronto como yo al cielo.

Al llegar a ese punto Simón se elevó hacia arriba levitando, para caer al instante al suelo perdiendo la vida.

Las leyendas son carentes de fundamento pero después de lo ocurrido en el encuentro con Pedro, el Mago desapareció de la historia.

Tiempo después en el siglo II aparece la secta de los ofitas del griego “ofis” serpiente. Los ofitas proclamaban que la serpiente que sedujo a Eva era el mismo Cristo. La serpiente fue la que trajo por tanto la sabiduría al Mundo. Tampoco admitían que Jesús fuera el Cristo sino que este había bajado y poseído el cuerpo de Jesús abandonándolo en el momento de la crucifixión, dejando la virtud a Jesús de resucitar como cuerpo espiritual.

Los ofitas tenían serpientes a las que domesticaban y hacían reptar por encima de las ofrendas en la Eucaristía.

Existían también sectas de ofitas anticristianos, que entendían que Cristo fue mandado al mundo para destruir la sabiduría que la serpiente había dado a los primeros hombres. Estos ofitas maldecían y renegaban de Jesucristo en el transcurso de sus ritos.

Durante el siglo II fueron numerosas las sectas heréticas que aparecieron. Por destacar algunas empezaremos por los alogos. Estos herejes negaban el “Evangelio” de San Juan y su “Apocalipsis” además de la divinidad de Jesucristo como “Verbo”.

Los adomitas se basaron en las doctrinas de Pródico, creían hallarse en el estado primitivo de inocencia, libres de pecado original, iban desnudos por la calle como Adán por el paraíso. Negaban la unidad de Dios y la necesidad de oración.

Los basilidianos seguidores de Basilides, entendían que el cristianismo había sufrido grandes alteraciones desde las enseñanzas de Jesús. Decidieron redactar de nuevo las bases del autentico cristianismo. Su libro, que se ha perdido, recogió antiguas creencias del mazdeísmo, uniendo doctrinas pitagóricas, gnósticas y judías.

El adopcionismo fue la primera herejía que intentó destruir la “Santísima Trinidad” consideraban que Jesús había sido hijo adoptivo de Dios y negaban su divinidad. Su promotor fue un rico curtidor de Bizancio llamado Teodoto, a quien el papa Víctor II condenó hacía el año 190 d.C.

Fuente: Los Apócrifos

lunes, 13 de enero de 2014

El hermano extraterrestre

Parte primera.

"Es lícito creer en Dios y en los extraterrestres. Se puede admitir la existencia de otros mundos y otras vidas, incluso más evolucionadas de la nuestra, sin por ello perder la fe en la creación, la encarnación y la redención". En estos términos se expresaba el astrónomo del Vaticano, el sacerdote argentino José Gabriel Funes, en una larga entrevista publicada el día 14 de Mayo de 2008 en L'Osservatore Romano, órgano de prensa de la Santa Sede, bajo el título "Hermano extraterrestre". José Gabriel Funes, es director del Observatorio Vaticano, este miembro de la compañía de Jesús esta doctorado por la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad de Padua, y es doctor en filosofía por la Universidad del Salvador. Según Funes, astronomía y fe no chocan, sino que "la astronomía sirve para restituir a los hombres la justa dimensión de criaturas pequeñas y frágiles frente al escenario inconmensurable de miles de millones de galaxias". La hipótesis de la existencia de otras formas de vida no inquieta al astrónomo de la Santa Sede. "A mi juicio, esta posibilidad existe". Los astrónomos consideran que el universo está formado por cientos de miles de millones de galaxias, cada una formada por miles de millones de estrellas. Muchas de ellas, o casi todas, podrían contener planetas. "¿Cómo se podría excluir que la vida se haya desarrollado también en otros lados?" Funes considera que esto no constituye un problema para la religión católica: "Así como existe una multiplicidad de criaturas en la Tierra, podrían existir otros seres, también inteligentes, creados por Dios. Esto no contrasta con nuestra fe, porque no podemos poner límites a la libertad creadora de Dios". Para abundar en este argumento, cita a san Francisco de Asís que llamaba "hermano" y "hermana" a todas las criaturas de la Tierra. "¿Por qué no podemos hablar de un hermano extraterrestre, que formaría parte de la creación"?, se pregunta Funes.

El jefe del Observatorio conocido como Specola Vaticana considera que estos supuestos seres, bien podrían estar excluidos de la "necesidad de redención", que tiene el hombre de acuerdo con la Iglesia, ya que según Funes, "puede ser que vivan en pleno amor con el creador". A pesar de que la encarnación de Cristo es un evento único, que no se puede repetir, Funes está seguro de que "los extraterrestres, de alguna forma, tendrían la posibilidad de gozar de la misericordia de Dios".

El astrónomo, un científico muy respetado internacionalmente, considera que la teoría del Big Bang es la que mejor explica hasta el momento el origen del universo, porque no contradice que, "Dios es el creador". En muchas ocasiones, ha insistido en que ciencia y religión se necesitan mutuamente.

En la entrevista con el L'Osservatore Romano volvió sobre este tema y dijo que el problema de la relación entre ambas radica en la ignorancia. "Los científicos tendrían que aprender a leer mejor la Biblia, y los teólogos tendrían que actualizarse con los progresos de la ciencia, para poder dar respuestas más eficaces a las preguntas que continuamente se ponen".

Fuente: El Pais
http://elpais.com/diario/2008/05/15/sociedad/1210802412_850215.html


Durante toda la segunda semana de noviembre de 2009, la Academia Pontificia de las Ciencias del Vaticano celebró su primera conferencia sobre astrobiología, convocada en la Casina Pio IV, una antigua residencia papal. En ella participaron tanto prominentes científicos como líderes religiosos venidos de todo el mundo. Lo hicieron para poner de acuerdo ciencia y religión ante la posibilidad, inminente para muchos, de encontrar formas de vida fuera de nuestro propio planeta. Sorprendentemente, la Iglesia empieza a aceptar que la vida pueda existir en muchas formas más allá de los límites de la Tierra.

A lo largo de cinco días, y bajo la dirección del líder religioso de la Academia, monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, los científicos, entre cuyas filas se cuenta más de un ateo, ofrecieron un amplio abanico de presentaciones y teorías sobre el origen de la vida. Se explicó cómo los extremófilos, organismos terrestres que viven en los medios más hostiles, desde la roca viva a los hielos perennes o el interior de los volcanes, podrían ser la clave para encontrar formas de vida en otros mundos. Y se explicó también con qué métodos se están buscando esas formas de vida en otros planetas de nuestro sistema, y cómo se pretende detectar su presencia en lejanos mundos alrededor de otras estrellas.

La iniciativa fue anunciada por José Gabriel Funes, director del Observatorio Vaticano, quien además aseguró que "no existe un conflicto entre creer en Dios y al mismo tiempo en la existencia de hipotéticas civilizaciones extraterrestres, incluso más avanzadas que la humana". "En mi opinión esa posibilidad existe", dijo el reverendo Funes, consejero científico de Benedicto XVI.

"Cómo podemos excluir la posibilidad de que la vida se haya desarrollado en todas partes" ,asegura Funes en una ya famosa entrevista en L'Osservatore Romano. "El gran número de galaxias con sus propios planetas hace eso posible". A la pregunta de si creía que esas criaturas extraterrestres serían parecidas a los seres humanos o si, por el contrario, serían mucho más evolucionadas, el astrónomo aseguró que "ciertamente, en un universo tan grande no se puede excluir esa hipótesis". La entrevista, titulada "El extraterrestre es mi hermano", fue toda una revelación de cómo la Iglesia Católica está limando sus diferencias con la ciencia.

Fuente: ABC.es
http://www.abc.es/20091109/ciencia-tecnologia-/vaticano-ante-posibilidad-vida-200911091110.html


Numerosos representantes de la Iglesia Católica han defendido a lo largo de la historia la existencia de vida alienígena.

"Dado que el poder de Dios es ilimitado, no solo es probable sino factible que existan planetas habitados”. Estas palabras fueron pronunciadas por Corrado Balducci, sacerdote italiano y persona cercana al papa Juan Pablo II. Miembro de la curia vaticana, teólogo, ufólogo, demoniólogo y exorcista, fallecido en 2008 a los 85 años, pasando por ser uno de los máximos exponentes de la creencia de la vida extraterrestre en el seno de la Iglesia Católica. “Es posible que exista aquello que denominamos Ovnis, así como pueden existir los personajes que tripulan dichas naves, quienes no solo tendrían ciencia sino además una habilidad natural superior a la nuestra”, afirmó en otra ocasión.

Como norma general, a lo largo de la historia la Iglesia ha pasado de puntillas sobre la posible existencia de vida alienígena. Sin embargo, cuando se ha hecho referencia a ella, no ha habido una ruptura frontal con el dogma católico, ya que tanto una raza como la otra sería creación del mismo poder divino, se ha argumentado.

Antes que Balducci otras figuras eclesiásticas defendieron la posibilidad de que se dé vida extraterrestres y en algunos casos, se dio por cierta de antemano. El cardenal Nicolás de Cusa (1401-1464), considerado precursor de Copérnico, defendió que “no existe ninguna estrella de la cual estemos autorizados a excluir la existencia de seres, aunque sean totalmente distintos a nosotros”. Los pensamientos del cardenal fueron recogidos y ampliados 150 años después por el fraile dominico Giordano Bruno (1548-1600). Según formuló este, "el Sol no es más que una estrella entre muchas y en el Universo existen infinitos mundos habitados". Esta y otras teorías, como que Jesucristo solo fue un excepcional mago, le supusieron a Bruno la condena por herejía y el morir quemado en la hoguera. 400 años después Juan Pablo II “lamentó profundamente” la muerte del dominico.

El Vaticano cuenta con su propio observatorio astronómico, la Specola Vaticana, en su denominación italiana, a través del cual un grupo de investigadores, todos ellos jesuitas, escruta las profundidades del universo. Su máximo responsable, el sacerdote argentino José Gabriel Funes, defiende que "los seres extraterrestres se podrían relacionar con Dios, así como lo hemos hecho nosotros y su existencia no estaría lidiada con la existencia de Jesucristo”. "No veo ninguna dificultad para la fe católica", justifica al respecto.

Fuente ABC.es
http://www.abc.es/sociedad/20130421/rc-dios-tambien-vela-extraterrestres-201304210829.html


Continúa en: "Cráneos extraños, elongaciones y otras deformidades"

viernes, 10 de enero de 2014

Almas gemelas

Las relaciones "holísticas" por definirlas de alguna manera, son aquellas que desarrollan plenamente los aspectos físicos, mentales, emocionales y espirituales de la pareja. Muchas veces nos sentimos atraidos físicamente por alguien con quien nos resulta imposible establecer una relación amorosa. Otras veces nos sentimos mentalmente estimulados por alguien a quien no deseamos físicamente. Incluso podemos sentirnos cercanos espiritualmente a alguien de quien no estamos enamorados. La conexión a todos los niveles expuestos, podemos definirla como relación "holística" o relación plena.

El cambio bioquímico inicial que experimenta el ser, del amor físico es inexplicable. Los besos, caricias, abrazos, o el sexo, tienen un fuerte componente físico en el comienzo de las relaciones. Pero el amor inicial se desarrolla en múltiples aspectos, sobrepasando la barrera física, a través del desarrollo y cambio de los dos miembros de la pareja.

El amor mental, es un estímulo intelectual que aumenta la energía y la pasión del pensamiento, con él descubrimos cosas que ignorábamos, o aprendemos cosas que siempre quisimos saber. Este es un espacio en el que compartir pensamientos y reflexiones comunes, aun con intereses diferentes, y siempre dentro del respeto a las diferencias de cada cual, en las distintas esferas.

El amor emocional es la energía que irradiamos, en cada palabra o cada acto que intercambiamos con nuestra pareja.

El amor espiritual se expresa invitando a las fuerzas del universo a entrar en la relación, aunque cada cual tenga que recorrer su camino, unidos por la mano, pero sin interferir el uno en el otro.

El amor "holístico", es un amor pleno que comprende la relación física, mental, emocional, y espiritual. Es el sentimiento capaz de evolucionar todos los aspectos de la relación de pareja, manteniendo el equilibrio como base de una relación duradera. El desarrollo del amor holístico, supone un compromiso de esfuerzo por ambas partes, y una responsabilidad conjunta y no por separado, de las personas que deciden compartir su vida. Estos cambios y esfuerzos son de responsabilidad mutua, creando un espacio seguro, donde cada miembro de la pareja puede continuar su camino espiritual individual, compartiéndolo con el otro, y expresando su amor a todos los niveles posibles.

Las almas gemelas, o afines, son almas que forman parte del grupo de conexiones kármicas, por lo que sus aspectos de compatibilidad son mutuos. Esta compatibilidad y conexión, proviene normalmente de haber compartido encarnaciones anteriores que hallan sido mutuamente positivas, como relaciones de pareja, relaciones familiares, o amistades íntimas. El tiempo de existencia de cada alma, será decisivo en el número de almas gemelas que pueda tener cada una de ellas.

La conexión espiritual o kármica de las almas gemelas, puede emerger como una sensación de un pasado conjunto compartido, y por tanto con un presentimiento de futuro feliz. De igual modo las sensaciones asociadas en nuestro subconsciente, de ese tiempo anterior compartido, puede despertarnos ciertas sensaciones de recuerdos.

Muchas veces estamos inmersos en procesos de "aprendizaje" con cierto número de relaciones con otras almas, que pertenecen al grupo de conexiones kármicas. Estas almas provenientes de vidas pasadas, pueden ser almas gemelas, las cuales pueden mantenerse en nuestra vida simplemente hasta la etapa de ruptura, formando parte de nuestro desarrollo espiritual.

Las almas gemelas especiales, se sitúan dentro de las relaciones holísticas. Estas almas son la misma forma de energía dividida en dos partes. Una parte que consiste primariamente de energías femeninas, y otra primariamente de energías masculinas, pero juntas forman una gran unidad. Reuniéndose ambas partes del Uno, elevan su frecuencia vibratoria cada vez más a través del amor, emprendiendo un camino hacia dimensiones más elevadas.

En algunas sanaciones, hemos podido observar a través del método de reducciones arquetípicas, distintas variantes kármicas. Una de estas variantes aparece en personas que terminaron ya su proceso kármico, y vienen sin memoria en misiones voluntarias.

Estos voluntarios en términos cabalísticos, han finalizado su viaje ascendente por "El Arbol de la Vida" (Veasé Cábala y Sanación) desde Makuth a Kether, recorriendo los diez Sephirot a través de los 22 senderos de interconexión, y comprendiendo las 32 experiencias de la evolución espiritual, que llevan a la conciencia del amor puro.

En ocasiones hemos encontrado parejas de estos voluntarios de conciencia despierta, y de vida compleja, que sienten la imperiosa necesidad de ayudar a los demás. Hemos comprobado a través de su "Libro de la Vida" o "Registros Akásicos" su procedencia, resultando ser almas gemelas especiales. Almas de una misma forma de energía, divididas en dos partes que forman una gran unidad, para continuar su viaje de ascensión a dimensiones superiores.

En definitiva, una expresión más del AMOR, en un universo en el que TODAS las relaciones son Sagradas.

jueves, 9 de enero de 2014

Sanación por Arquetipos

El padre de la sanación espiritual en España esta representado por el ingles Colin Bloy, que define de esta manera lo que es para él, la Sanación Arquetípica:

La Sanación Arquetípica trata las enfermedades por su reducción arquetípica desde la transferencia de Arquetipos efectivos de probada eficacia, cuya introducción en los diferentes estratos energéticos del paciente, modifica la codificación y la información de la enfermedad

Este tipo de sanación se realiza sustituyendo los códigos enfermos por códigos saludables, cuya información encriptada es transferida a las diversas capas de los centros energéticos, modificando la información cual si se tratara de un disquete de programación que sustituye los códigos propios y tipificados de la enfermedad, por otros nuevos, que poco a poco se van asentando, hasta hacerse estables sustituyendo a los códigos enfermos.

El Arquetipo es la esencia energética de algo. El Arquetipo es la idea que anticipa la manifestación en la materia, una fuerza formativa etérica. Los Arquetipos son geométricos y numéricos.


A través de los tiempos y con las investigaciones llevadas a cabo, tanto en el mundo de las energías como en los campos radiónicos, hubo un momento en el que descubrimos la pizarra etérica de los Templarios, y hemos visto que se trata del código básico de la red Telúrica de Gaia. En el código hay formas geométricas y nos hemos dado cuenta de que eran Arquetipos del inconsciente colectivo. Alrededor de cualquier Preceptorio Templario, podemos encontrar estas pizarras.

Años más tarde se produjo una comunicación - no solicitada - con C.G. Jung, el médium grabó y me envió a mí una carpeta con el contenido de aquella sesión sobre cómo mejorar la Sanación Planetaria. Más tarde yo pregunté telefónicamente a esta persona si existían Arquetipos en la Sanación individual. De forma específica preguntó si existía un Arquetipo para el cuerpo humano, para una enfermedad, para una infección, etc..., y si era útil para la Sanación en general. Posteriormente, a requerimiento del médium, el médium y yo tuvimos un encuentro personal para comunicarnos con C.G. Jung.

Es relevante diferenciar el concepto de "Símbolo" del de "Arquetipo", ya que siendo similares, en su esencia no lo son. El Símbolo es representativo y el Arquetipo es funcional, tiene su propio valor energético. Como dice C. G. Jung, el Arquetipo adquiere vida en el momento que se proyecta en la sanación a distancia.

El Arquetipo nos permite el diagnóstico de todo de una forma rápida y directa. Así podemos ver dónde está la enfermedad y ver si se ha corregido correctamente, porque se ha producido un cambio arquetípico. Los Arquetipos son cósmicos y transcendentales, son una parte del proceso de la Creación.

La existencia de los Arquetipos ha sido reconocida por otras fuentes, como: Emma Kunz, Saint Yves d´Alvéydre, y Malcolm Rae, de forma independiente. Gracias a la aplicación de los Arquetipos, la Sanación Espiritual se ha configurado como una Ciencia Empírica, no solo a nivel nacional, sino en entendimientos más elevados.

Otros aspectos a destacar:

El sanador Espiritual canaliza la energía sanadora por el Chakra de la corona, en forma de columna de Luz. Esta se une en la zona abdominal con la energía telúrica que asciende de la Tierra en forma de un vórtice.

En el ejercicio de la Sanación utilizamos al término de "Sanación Espiritual" para referirnos a la energía que emana de la fuente superior o divina para sanar.

Espiritual es todo aquello que no se circunscribe al mundo de la materia. Al hablar de Sanación Espiritual hacemos referencia al mundo de las energías sutiles, invisibles al ojo humano.

La Sanación es un don que cualquier humano posee en potencia y que puede desarrollar. Algunas personas lo tienen muy potenciado ya de su infancia.

La llave de la Sanación está en el cambio de conciencia, porque es el medio en el que la idea y la imagen adquieren realidad.

La Sanación no es un arte, ni una técnica, sino una actitud especial hacia la vida.

El Sanador no sana por sí mismo, sino que canaliza una Fuerza que existe fuera de nosotros y activa la capacidad auto-sanadora en las otras personas.

La Sanación pretende armonizar al individuo en el medio en el que vive, contempla el cuerpo físico, mental, emocional y el alma (Karma) y busca integrarlo de un modo completo dentro del universo y sus energías.

La Sanación Espiritual posee sus propias leyes, que deben ser usadas con orden y disciplina.

La Sanación Espiritual es una actividad básicamente práctica, no se limita solo al estudio teórico.

El Sanador debe estar continuamente en formación, desarrollo y en constante crecimiento. Lo más importante es su evolución personal.

Ser Sanador, significa realmente un estado de no ser. Menos estás, mejor acontece la Sanación. Si quieres realmente ser un Sanador, tienes que aceptar tu Vacuidad". OSHO.

La Sanación puede ayudar a restaurar la salud física y psicológica, aliviar los dolores, favorecer la calidad de la vida. En los momentos finales de la existencia, la Sanación puede ayudar a que la persona realice su tránsito en paz, feliz y con todo conocimiento

"Lo sagrado puede ser analizado con la razón" Colin Bloy.

El Sanador trabaja en el cuerpo etérico, que es donde se puede detectar y observar las posibles alteraciones en los diferentes niveles.

La Sanación Espiritual por Arquetipos se configura como una Ciencia Espiritual, cuya compresión es accesible a todos los seres humanos, de un modo racional.

La Sanación colabora con la medicina convencional, no la sustituye ni la suplanta. En la actualidad se esta trabajando intensamente para llegar a un entendimiento entre ambas, a través de los Colegios Médicos, para complementarse de forma eficaz, a la hora de entender a los pacientes.

Fuente: AESE. Colin Bloy

martes, 7 de enero de 2014

La otra historia de María

Existen un gran número de apócrifos de cuánto se ha dicho y contado de María, pero en resumen se pueden sacar unas consecuencias de todo ello. No es lógico solo hablar del hijo, de un hijo, que por vínculo, implica  a su madre de un modo tal, que la hace instrumento, causa y principio de una extraordinario concebir, parir y condicionar de por vida, no hasta la muerte, por que aquí, para seguir con lo extraordinario, ni cabe; pero si hasta el “transito”, esa ”Asunción de María”, que si no eterna, si nos la hace “eviterna”. Por eso es de todo punto imposible un análisis que gire en torno a la “Vida de Jesús´” y que no tenga un capítulo en el que se haga referencia a su madre María, máxime cuando la Iglesia ha hecho especial hincapié en esta figura, sobre la que se han escrito quizás más libros que sobre Cristo y edificado teológicamente toda una “Mariología”, que en realidad está enfocada más a la exaltación de la persona que a un serio estudio sobre su proyección histórica.

Es contradictorio, pero necesario, reconocer que la Iglesia cuanto cuenta de su vida no está precisamente extraído de los “Evangelios Canónicos” dada la escasa noticia que de ella dan, y si de esos “Apócrifos” que se niega a admitir. Por ellos, o de ellos, ha salido toda esa serie de devociones y leyendas populares que novelan más que “historifican”.

La bibliografía “Mariológica” es verdaderamente exhaustiva y raya la mayoría de las veces en una clara proyección supersticiosa. Por regla general son los libros marianos los de menos rigor histórico de la literatura religiosa.

Claro que aquí cabe preguntarse si los apócrifos no son tan testimoniales como los tres sinópticos, dada la mayor contemporaneidad de ellos con los hechos ocurridos. De ser válidos para ciertas cosas tendrían lógicamente que serlo para todas. Esto cambiaría rotundamente el signo de las “autenticidades”. Lo que no se puede es dejar de mantener la postura eclesial frente a lo que en su tiempo se dio por fantástico a la hora de confeccionar el “Canon”, si no queremos que se reconozca tácitamente su validez.

Lo desconcertante es que de este “Protoevangelio de Santiago”, las Iglesias han incorporado a su doctrina teológica, desde el siglo VI la copta, y desde el siglo XIII, la romana, los pasajes que les han convenido, como rigurosamente históricos. Siguiendo esta tónica el historiador no tiene pues porque rechazar a “priori” otros hechos ni otras noticias venidas de las mismas fuentes.

Hoy, nuestra época, tiene una necesidad hagiográfica, que, por razones histórico-culturales, y de dominio de la iglesia, no pudo tener aquella sociedad medieval. Es comprensible que la autentica historia de María, del mismo modo que la de Jesús, no puede conocerse, al menos hoy, en toda su integridad. Ahora bien, lo que si es posible es despojarla de añadidos y exponer una verdad desnuda, pero lo más integra posible.

Si tenemos que ceñirnos al rigor histórico, no podemos pretender que el fenómeno “mariano” sea de exclusiva originaria del cristianismo y menos del catolicismo. Es un hecho, que está ahí, rigurosamente constatado, que en todas las religiones el culto a las Vírgenes, ha sido una constante histórica. Quizás cabria considerar que la más antigua en importancia fue Isis y su culto en Egipto. Diosa de la naturaleza por excelencia y virgen y madre simultáneamente y que anticipa en siglos su fecundación sobrenatural para traer a la tierra un Dios-Hijo, protector y salvador.

El desfile de Vírgenes precedentes a María y fecundadas por el misterio de lo “alto” ha sido constante. Los romanos tuvieron a Ceres, los griegos a Demeter-Cibeles, culto que comparten ambas y se la rinde adoración en Asia como imagen de la fertilidad. El pueblo celta la venera con sus druidas, creyentes de su “Diosa Tierra” Virgen y Madre que también tenía que alumbrar a un Dios concebido de modo sobre-natural.

Es evidente que si leemos en “Metamofosis” XI, 4, lo que se dice de Isis, veremos como invoca para ella todos los cultos existentes a la “Virgen Madre”. Los de la Diosa Madre Pessiononte de los griegos. Los de Minerva Crecopiana de los atenienses. Reclama indistintamente los cultos de Hécate, de Rabmonte, Juno, Ceres y Bellone.

Son muchos los historiadores que han encontrado una identificación de María con las Vírgenes de esas otras religiones. Esto nos coloca en la conclusión de considerar que esa figura de Miriam o María no es más que una continuación de esos mitos virginales que todos se presentan con el mismo denominador común. No podemos olvidarnos que estudiando esa gran importancia que se le dio en todas las antiguas religiones a esa constelación del solsticio de verano en la época de Géminis, “La Magna Mater et Virgo Coelestis”. Llegamos a la conclusión que: “Todas las deidades femeninas del panteón sumerio-babilónico son derivaciones de la misma “Magna Mater” reina del Cielo y “Virgo Coelestis”. Esto es aplicable tanto a las vírgenes de la Iglesia Helénica, como a las de la Romana y a las de la Sumerio-babilónica.

Son varios los historiadores católicos que admiten estas conclusiones. Y es que la idea de una “Reina Virgen” celestial que da a luz un Niño Dios y a la vez Salvador, tiene ya su origen en los primeros fenómenos astronómicos. Hay que tener presente que la constelación de Virgo fue siempre la más reverenciada de entre todos los signos del Zodiaco. Sus celebraciones datan de siglos, pues en la época de Alejandro, ya los griegos festejaban en la época del solsticio de invierno el nacimiento del “Hijo”, “Eon” también del parto de una Virgen divina. Exactamente como varios siglos después lo hicieron los cristianos.

Pero sobre todas, tenemos una prueba fundamental que viene a demostrarnos de que modo el culto de María depende de la fenomenología celeste: los católicos, desde hace mil años, conmemorarán el 8 de septiembre como día del nacimiento de María y el 15 de agosto como el de la muerte y Asunción al cielo. Estas fechas están relacionadas con el orto y el ocaso de la estrella “Spica”. Al menos así lo cree también J. Jeremias porque, exactamente en los 2000 años antes de nuestra era, según el calendario Juliano, el 8 de septiembre era el día en que “Spica”, la estrella más importante de la constelación de Virgo se hacía visible separándose de la luz solar después de haber estado oculta durante 40 días. Ese era el día de su nacimiento. De otro lado tenemos que el día de la muerte de María se fija en la misma fecha en que la estrella “Spica” entra de nuevo en el ocaso helíaco. Es decir, el 15 de agosto.


Los Canónicos

Vemos ahora cual es el cometido de María en esos cuatro “Evangelios” o que nos dicen de ella. Marcos la ignora y tan sólo la menciona dos veces.

Mateo centra la infancia de Jesús en José y tan sólo le llama el “hijo de la Virgen”.

Es Lucas el que la hace tener un protagonismo más extenso.

Por último, Juan, la centra como el Alfa o la Omega, es decir al principio con el primer milagro en Caná y en el final al pié de la Cruz.


                                                            Los Apócrifos

Indiscutiblemente son los apócrifos los que más noticias dan de María, cosa que hemos podemos observar al haber leído los “Evangelios apócrifos”. Haremos mención de ellos, sin condicionar al lector a directriz alguna, puesto que son sus consecuencias y valoraciones las que cuentan después de su lectura.

Tenemos el “Apócrifo de la Natividad”, el del “Pseudo Mateo” la “Historia de José el Carpintero” dentro de los de la infancia de Jesús, y “El Evangelio de Pedro”. Se cuentan cosas de María, relacionadas con José, en la versión siriaca del “Protoevangelio de Santiago”. Existe un “Evangelio según Judas” en el que se cuenta una interesante historia sobre José que nos lo sitúa como constructor de “Máquinad e Sitio” en la guerra de los nabateanos. Que murió poco tiempo después del nacimiento del más joven de sus hijos, Jesús, a la edad de cincuenta y ocho años” Entre los soldados, dice ese “Evangelio de Judas”, que tenía un apodo y era el de “Pantera”. Este relato nos da un idea de lo que debió ser el hombre con el que compartió María el lecho.

El “Talmud” menciona a Jesús llamándole “Ben-Ha-Pantera” nombre que recibía al ser hijo de un soldado romano de este nombre.

Celso nos cuenta también que sobre el año 178 pudo enterarse del comentario que decía: “Miriam fue repudiada por su esposo, carpintero de oficio, después de haberla éste convencido de infidelidad en el matrimonio”. Por lo visto, según sigue contando el propio Celos, Miriam fue a partir de entonces de un lugar a otro ocultando su embarazo hasta que dio a luz en secreto a Jesús, cuya paternidad era de un soldado llamado “Panthera”.

También en otro lugar del “Talmud” babilónico hay unas líneas que hablan de “Pandera el querido” y es curioso que en el mismo libro se escriba: “En Pumbedita se la llama (a María) “S’tath da”, es decir, “fue fiel a su esposo”. (Sabbat 104C; Sanedrin 67 a).

Esa es una María con documentos históricos. Parecen contradictorios y concordantes por otra parte en lo esencial.


Los Dogmáticos Marianos

Dentro de la Iglesia hubo grandes discusiones, teorías e interpretaciones sobre María, de las cuales muchas fueron dadas por heréticas. Una de la rivalidades más fuertes existió entre Cirilo, patriarca de Alejandría y Nestorio, patriarca de Constantinopla, lo que dio origen, a una nueva herejía.

En el “Concilio de Efeso” por fin se consagra a María como “Madre de Dios”.

Se tenía que llegar al “Concilio de Trento” para ir escalando en la divinidad de María. Se ponía por primera vez en juicio el tema del “Pecado Original” en la que ya era “Madre de Dios”. Los franciscanos afirmaban que estaba exenta de él, y los dominicos afirmaron lo contrario. Es decir, se pretendía el dogma de la “Concepción Inmaculada”, cosa que nunca admitió Santo Tomás de Aquino.

Fue al llegar al pontificado la figura de Pio IX cuando en una encíclica promulgada en 1849, el Papa pide a los obispos su adhesión a la ausencia de pecado original en María. Para forzar esta resolución se inventó el hallazgo de unas célebres tablillas y pergaminos en Granada, de los que al final se descubrió que su supuesta antigüedad era todo un fraude, y en los que naturalmente se apoyaba esa ausencia del Original Pecado.

No obstante, fue en aquel 8 de diciembre de 1854, cuando Pío IX, revestido de solemnidad, sentado en su trono, la “Silla de Pedro”, y con el peso de la Tiara sobre su cabeza y en la basílica de San Pedro repleta de gente, promulga, sin concilio alguno, el dogma de la “Inmaculada Concepción de María”.
Para ello no se tuvieron en cuenta las opiniones contrarias que habían tenido personas tan representativas en la Iglesia como el citado Tomás de Aquino, San Juan Crisostomo y San Bernardo de Claraval.

La escalada continuaba en torno a la figura de María y en la segunda parte del Concilio Vaticano II se la declaró “Madre de la Iglesia”.

Como vemos, trazar una biografía, una semblanza tan siquiera de esa mujer llamada “Mariam”, “María”, “Madre de Dios”, “Inmaculada” y “Madre de la Iglesia”, es prácticamente imposible a la rigurosa luz de los documentos tan dispares y contradictorios que se tienen.

Las apariciones marianas no son más que el colofón a esa escalada “deística” de María.

Fuente: Los Apócrifos y otros libros prohibidos. José María Kaydeda

viernes, 3 de enero de 2014

El Dios del Amor II

Viene de "El Dios del Amor"

Tercera parte.

Muchas veces no esperamos a tener nuestra propia experiencia de Dios, sino aceptamos como en el caso de los escritos que consideramos sagrados, la experiencia de los demás. Negamos nuestra propia experiencia en favor de lo que nos han dicho que pensemos. La mayoría de los autores de los escritos que consideramos sagrados, no conocieron ni vivieron personalmente las épocas narradas. Vivieron muchos años después. Fueron grandes creyentes y grandes historiadores los que recogieron la tradición oral de sus ancianos.

Debemos saber que somos seres divinos, seres triples, que nos componemos de cuerpo, mente y espíritu. O llamado de otro modo, físico, no físico y metafísico. Esta es la Santa Trinidad a la que tantas veces hacemos referencia, y que la hemos definido de muchas maneras. Los psiquiatras reconocen este triunvirato, lo han llamado, consciente, subconsciente y superconsciente. Los filósofos lo han llamado, el ello, el yo, y el superyo. La ciencia lo llama, energía, materia, y antimateria. Los poetas, mente, corazón y alma. Nuestro tiempo se divide en pasado, presente y futuro. El espacio se puede dividir en aquí, allí, y el espacio intermedio. Pero en definitiva este espacio intermedio resulta difícil y escurridizo a la hora de definirlo, es lo que mantiene el aquí y el allí en su sitio, del mismo modo que el eterno ahora mantiene el antes y el después en su sitio. Podíamos llamarlo pensamiento, palabra y acción. Los tres juntos producen algo muy importante, un resultado llamado sentimiento o experiencia.

Nuestra alma, subconsciente, ello, espíritu, pasado etc. es la suma total de todos los sentimientos que hemos tenido o creado. Nuestra consciencia de alguno de ellos se denomina recuerdo, cuando reunamos de nuevo todas nuestras partes, habremos remembrado Quien Realmente Somos.

El proceso de creación se inicia con el pensamiento, una idea o un concepto mental. Todo lo que vemos fue una vez idea de alguien, nada existe en nuestro mundo que no haya existido antes como pensamiento.

El pensamiento es el primer nivel de creación. A continuación viene la palabra. Todo lo que se dice es pensamiento expresado, y constituye un nivel de vibración distinto al pensamiento, convirtiéndose en el segundo nivel de creación.

A continuación viene la acción, palabras en movimiento. Las palabras son pensamientos expresados. Los pensamientos ideas formadas. Las ideas energías reunidas. Las energías son fuerzas liberadas. Las fuerzas son elementos existentes. Los elementos son partículas de Dios, porciones del Todo, la sustancia del Todo.

El principio es Dios, el final es la acción. la acción es Dios creando, o Dios experimentando.

Todo lo que vemos en nuestro mundo es el resultado de nuestra idea sobre ello, debemos cambiar la idea sobre nosotros mismos, y pensar, actuar, y hablar, como la parte de Dios que somos. Adoptar esta verdad significaría el fin del odio y del temor, de la guerra y de la intolerancia. El fin de todas las condenas y asesinatos que se han cometido en el nombre de Dios. El fin de la ley del mas fuerte, de la lealtad y del homenaje por el temor, el fin del mundo que conocemos y que nosotros hemos creado hasta ahora.

Si empezamos a cambiar conscientemente, nuestros pensamientos, palabras, y acciones, hacia una visión magnífica de nosotros mismos, acción que requerirá un esfuerzo físico y mental tremendo, supondrá un control constante, momento a momento de cada pensamiento, palabra y acto. Constituirá un enorme desplazamiento hacia la consciencia, descubriendo que hemos pasado a abandonar una vida inconsciente. Un reto al que nuestra alma ha aspirado desde el principio de los tiempos.

En realidad esta es nuestra segunda naturaleza, la primera consiste en amar incondicionalmente. La segunda naturaleza consiste en decidir expresar la primera, nuestra verdadera naturaleza, conscientemente.

El amor no es la ausencia de toda emoción, odio, cólera, envidia, codicia etc. sino la suma de todo sentimiento. Es la suma total, el total combinado. El todo. Así, para para que el alma pueda experimentar el amor perfecto, debe experimentar todos los sentimientos humanos. El proceso del alma humana consiste en experimentar todo eso, de modo que pueda ser todo eso. Para experimentar su grandeza, el alma debe saber que es la grandeza, y no puede hacerlo si no hay nada mas que grandeza. Así el alma se da cuenta de que la grandeza únicamente existe en el espacio que no es grandioso.

En consecuencia no condena aquello que no es grandioso, sino que lo bendice, viendo en ello una parte de si misma que debe existir para que la otra parte de si misma se manifieste. La tarea del alma consiste en hacer que escojamos la grandeza, que seleccionemos lo mejor de Quienes Somos, sin condenar aquello que no seleccionamos.

Se trata de una tarea, que requiere de muchas vidas, puesto que estamos habituados a aventurar juicios, a llamar a algo equivocado o malo o insuficiente, en lugar de bendecir lo que no escojamos.

Muchas veces mas allá de condenarlo, tratamos de dañar aquello que no elegimos, y tratamos de destruirlo. Si hay alguna religión que sea distinta a la nuestra, la consideramos equivocada. Si hay algún pensamiento que nos contradice lo ridiculizamos, Si hay alguna idea distinta a la nuestra la rechazamos. En esto nos equivocamos, puesto que creamos solo la mitad del universo. Y no podemos entender nunca nuestra mitad en tanto rechacemos la otra.

Nuestra alma aspira al mas alto sentimiento. aspira a experimentar, o sea, a ser, el amor perfecto. Es el amor perfecto y lo sabe, pero desea algo mas que saberlo. Desea serlo en su experiencia. Aspiramos a ser Dios aunque parezca una blasfemia, o expresado de otro modo, el sentimiento mas alto, el amor perfecto.

Somos bondad, misericordia, compasión y conocimiento. Somos paz, luz, y alegría. Somos perdón y paciencia, fuerza y valor. Ayuda cuando hay necesidad, consuelo cuando hay dolor, curación cuando hay herida, enseñanza cuando hay ignorancia. Somos la sabiduría mas profunda y la mas alta verdad. La paz más magnífica y el mas grandioso amor. Decimos que es difícil seguir el camino, pero yo os digo que es más difícil negar Quienes Somos, que aceptarlo.

No podemos perder la partida, no podemos fracasar, no está en el plan de Dios. No hay modo de no llegar a donde vamos. No hay modo de equivocarnos de destino. Si Dios es nuestro objetivo estamos de suerte, Dios es tan grande que no podemos perdernos.

Mucha gente sincera, se ha alzado frente a Dios pidiendo respuestas, pidiendo señales para el, o para conducir a su pueblo, y la respuesta de Dios no fueron imposiciones ni mandamientos, sino una alianza de compromiso.

Sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios, y sabremos que hemos encontrado a Dios, porque se darán ciertas señales, ciertas indicaciones, y ciertos cambios entre nosotros. Si Dios hubiera promulgado mandamientos estos se cumplirían automáticamente. Dios nos ha creado, nos ha hecho ciertas promesas y ha entablado ciertos compromisos con nosotros, y nos ha dicho en un lenguaje sencillo que pasará con nosotros cuando seamos uno con El.

Sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios, y sabremos que hemos encontrado a Dios porque: Amamos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y alma, y dejamos de rendir culto, al éxito, dinero o poder, ni ha ningún símbolo de estos. Y sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios porque: No usamos el nombre de Dios en vano. Porque Reservamos un tiempo que llamaremos santo, para recordar Que y Quienes Somos. Y sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios porque: Honramos a nuestro padre y a nuestra madre. No asesinamos y respetamos cualquier forma de encarnación concreta. No manchamos la pureza del amor. No tomamos lo que no sea nuestro. No decimos algo que no sea verdad. Y sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios porque: No codiciamos la esposa del prójimo, ni los bienes ajenos.

Estas son nuestras libertades, no nuestras restricciones, estos son los compromisos de Dios, no sus mandamientos, puesto que Dios no manda sobre lo que ha creado, sino simplemente dice a sus hijos cual es el camino a casa.

La iluminación consiste en entender, que no hay ningún sitio a donde haya que ir, nada que se tenga que hacer, ni nadie que se tenga que ser, excepto precisamente, quien uno esta siendo en este momento. El cielo no está en ninguna parte, y de estar lo está aquí y ahora, pues Dios se experimenta a si mismo a través de nosotros.

No podemos experimentar lo que no sabemos. Y no sabemos que estamos en el cielo aquí y ahora, porque no lo hemos experimentado. Lo que nos invita a hacer la iluminación es saber algo que no hemos experimentado y así, experimentarlo. El saber abre la puerta a la experiencia y no al revés. En realidad sabemos muchas mas cosas de las que hemos experimentado, pero simplemente no sabemos que las sabemos. Sabemos que hay un Dios, pero puede que no sepamos que lo sabemos, y de este modo seguimos esperando la experiencia. Y constantemente la estamos teniendo, pero la estamos teniendo sin saberlo, lo cual es como no tenerla en absoluto. Si en vez de movernos en círculo, fuéramos el propio círculo, esto no sería un círculo vicioso, sino un círculo sublime.

Todo al final es Espíritu, un auténtico maestro no se priva de nada. Un auténtico maestro simplemente prescinde de ello, como haría con cualquier cosa que dejara de tener utilidad para el. No debemos superar los deseos, simplemente cambiarlos, pues superarlos supone una rigurosa disciplina, en cambio cambiarlos, un divertido ejercicio. Para conocer a Dios no debemos superar todas las pasiones terrenales, es suficiente con entenderlas y aceptarlas, pues todo aquello a lo que nos resistimos, persiste, en cambio aquello que miremos, desaparecerá.

Cuando insistentemente procuramos superar todas las pasiones terrenales, y ponemos en ello demasiado empeño, eso mismo se convierte en nuestra pasión, simplemente debemos observarlo y mirar a ver si nos sirve en función de Quien Somos y Quienes Queremos Ser.

La pasión bien entendida es el amor convertido en acción. Es el combustible que alimenta el motor de la creación. Es el cambio de los conceptos a la experiencia. La pasión es el fuego que nos lleva a expresar Quienes Realmente Somos. Si negamos la pasión, equivaldrá a negar Quien Somos y Quienes Queremos Realmente Ser. La renuncia nunca supone negar la pasión, supone simplemente no preocuparse por los resultados, vivir sin la necesidad de obtener unos resultados determinados, eso es la libertad. Eso es la santidad, y esa es la experiencia de Dios.

No podemos resistirnos a algo sin que ello implique darle realidad, cuando mas nos resistimos a una energía, reconocemos que está ahí. Aquello ante lo cual abramos los ojos y lo miremos, desaparecerá, es decir dejará de mostrar su forma ilusoria. Si miramos algo veremos a su través, y a través de cualquier ilusión que muestre, apareciendo ante nosotros, ante nuestros ojos solo su realidad última. Frente a la realidad última, nuestra insignificante ilusión no tiene ningún poder y no puede seguir manteniendo su poder debilitador sobre nosotros. Veremos su verdad, y la verdad nos hará libres. Pero nunca debemos resistirnos a nada, pues así lo colocaremos con más firmeza en su lugar, pues todo pensamiento es creador.

Debemos saber que no existen los caminos equivocados, puesto que en este viaje no podemos dejar de ir a donde vamos. Es simplemente una cuestión de velocidad, en la que disponemos de más reencarnaciones, que solo existen en el ahora, un eterno momento del siempre, en el que nos experimentamos a nosotros mismos.

El sentido de la vida no es ir a un lugar, es darse cuenta de que ya estamos allí, y siempre hemos estado. Estamos constantemente y para siempre, en el momento de creación pura. El sentido de la vida es, crear Que Somos, y luego experimentarlo.

El sufrimiento es otro aspecto innecesario de la experiencia humana, es también insensato, desagradable y peligroso para la salud. El sufrimiento no tiene nada que ver con los acontecimientos de la vida, sino como reaccionamos ante ellos. Lo que sucede es meramente lo que sucede, pero lo que uno piense de ello es otra cuestión. Dios nos ha dado las herramientas con las que responder y reaccionar ante los acontecimientos, para que el sufrimiento se elimine. Pero en definitiva, no podemos conocer, ni llegar a ser, aquello que somos, en ausencia de aquello que no somos.

Continua en: "El Dios del Amor III"

jueves, 2 de enero de 2014

Los Apócrifos

Apócrifos Neotestamentarios

Etimológicamente “Apócrifos” significa cosa escondida u oculta, y de cómo el libro “Apócrifo” era solo para uso privado de los componentes de las sectas. Por eso, antes de ese tipo de libro “ apócrifo” mesiánico, ya eran “apócrifos” todos aquellos libros que cumplían la misión de ser lectura de los iniciados. Es años más tarde cuando la palabra “apócrifo” cambia de signo y pasa a significar escrito sospechoso de autenticidad, o bien de autenticidad dudosa.

Dentro del cristianismo el significado de “apócrifo” tomó además nueva acepción,  libro sospechoso de herejía o bien, poco recomendable. Los “Apócrifos”, independientemente de los paganos, se sobreentiende que hacen referencia a los del Antiguo o Nuevo Testamento.

Los “Apócrifos Neotestamentarios” son aquellos que atañen al Nuevo Testamento. Parece ser por lo que ya cuenta Lucas que desde el principio ya hubo quién se dedicó a recoger noticias, leyendas y toda clase de narraciones que se atribuyeron a Cristo. Orígenes ya hacia diferencias entre los “Evangelios” inspirados y otros, compuestos sin inspiración divina.

Los apócrifos del “Nuevo Testamento” tienen la misma división que los canónicos: “Evangelios”, “Hechos”, “Epístolas” y “Apocalipsis”. Es el grupo primero el que tiene mayor número de “apócrifos”.

Lo lamentable es que los apócrifos más antiguos, aquellos que eran verdaderamente interesantes y que más comprometían el “mesianismo” de Jesús, han desaparecido, y lo que nos queda son una serie de reelaboraciones que han ido eliminado lo inconveniente heterodoxo, para acercarlos más al sentido ortodoxo de la Iglesia. Estas copias ya adulteradas se conservan casi todas en griego aunque hay también copias coptas, siriacas, armenias, etíopes, árabes y eslavas.

El fenómeno de esta literatura evangélica tiene su primordial sustento en el pueblo llano y simple. Es natural que ese pueblo quisiera recopilar los hechos, y las historias que faltaban en los canónicos.

En los principios del cristianismo no existía una literatura evangélica. Eran solamente relaciones orales en cierto modo confusas y más bien vagas y contradictorias. Después, aparecieron escritos en que se afirmaban opiniones de sectas teológicas, cada una de las cuales procuraba defender su doctrina apoyándose en la autoridad de la figura de Cristo y perjudicando a los restantes. Naturalmente si queremos encontrar la sabia evangélica, no la haremos precisamente en el texto de los canónicos, sino en los textos de más antigüedad que nos descubren, una tradición genuinamente judaica. Lo difícil es encontrar el escrito que interprete fielmente esa tradición.

Si tenemos que historiar con precisión, hay que reconocer que en realidad, y así lo firman los críticos imparciales, “el Evangelio es anterior a los evangelios”. Esto es así porque la palabra “evangelio” nada tenía que ver con la escritura, sino meramente con la “palabra”, es decir, era la “buena nueva” y por derivación, el mensaje de liberación del que hablaban los profetas. Tenemos entonces que exceptuando los “Evangelios”, nada de lo que se llamó “evangelio” tiene algo que ver con textos biográficos. De hecho, entonces, no existe, no hay tal evangelio original y primitivo. Ese fantástico “protoevangelio” no ha existido jamás. Quede bien claro que en aquellos tiempos “evangelistas” no eran más que el portador del mensaje.

Para encontrar aplicada esta palabra el que “escribe”, es necesario llegar a Orígenes y a San Hipólito.

La expansión evangélica comenzó cuando empezó a unificarse el “Cristo” con el “Logos”, lo que hizo más rápida su expansión fuera de las fronteras de Palestina, precisamente porque el nombre de “Cristo” adquiría tan sólo una personificación metafísica en detrimento del valor social del mensaje, al convertirlo en materia teosófica. En resumen, cabría decir que las auténticas sentencias de Jesús, que nos cita Papúa son las que regían y guardaban los nazarenos como “doctrina secreta”. Como dice E. G. Blanco: “El mito creó los evangelios, el espíritu dogmático los conservó y la crítica los ha destruido”. Por todo ello, es lógico que la seguridad histórica de los “Sinópticos” no pueda ser tomada en cuenta por carecer precisamente de esa base histórica.

Se nos dice además que fue el “Espíritu Santo” el que inspiró esos escritos. La verdad es que, como apreciaba Holbach: “Su estilo es de una vulgaridad que se hace insufrible a los hombre ilustrados”.

Conjuntamente con esos cuatro Evangelios, más tarde convertidos en “Canónicos”, existían, leían y veneraban otra serie de Evangelios más. Esto es un hecho cierto, como escribía Freret, reconocido por todos los sabios, confesado por los defensores del cristianismo, que desde los primeros tiempos de la Iglesia y aún desde los de la fecha misma de los libros del “Nuevo Testamento”, se publicaron una multitud de escritos atribuidos a Jesús, a la Virgen, a los Apóstoles, y a los discípulos.

En aquella época, Fabricio, que recogió cuantos pudo, contaba ya con la existencia de cincuenta, que tenían el único título de “Evangelios”. Es lógico que todos estos escritos tuvieran sus partidarios. Lo cierto es que esos libros confundieron con facilidad a los fieles de aquellos tiempos. Es fácil imaginarse el caos que tuvo que producirse con tanto libro salido al mismo tiempo y además hay que tener en cuenta que se esperaban y eran recibidos con respeto, devoción y admiración. La verdad entonces es que cómo iba a ser posible distinguir auténticos de falsos. Pero donde llega ya el desconcierto es cuando nos encontramos con que los primeros Padres de la Iglesia, los citan con devoción en sus escritos, Santiago, San Clemente Romano, San Bernabé y San Pablo, incluyen citas sobre palabras de Jesucristo, sacadas de los llamados “apócrifos”. Los mismos textos canónicos citan textos apócrifos.

Lo que sí es ya más grave es que en los apologistas cristianos ignoran los “canónicos”, no los han conocido. Hasta San Justino no encontramos en los escritos de los apologistas, más que citas sacadas de los “Evangelios Apócrifos”. Podemos decir con seguridad que ni Mateo, ni Marcos, ni Lucas, ni Juan, están nombrados en San Clemente Romano, ni en San Ignacio ni otros de los primeros tiempos.

Para darnos clara cuenta del fenómeno histórico “Apócrifos” hay que considerar que esos libros fueron publicados al mismo tiempo, e incluso antes que los que hoy pasan por “inspirados”. Lógicamente no hay motivo para creer en la autenticidad de unos y la falsedad de otros.

Si hacemos un somero repaso a los “Evangelios” “inspirados” nos encontramos con que el “Evangelio de Mateo” no es más que una colección de textos agrupados por un ingenioso redactor, que no hizo más que acoplar el resumen de Marcos y los antiguos “logia” de Mateo, añadiendo una serie de tradiciones orales que no tienen el menor crédito ante la crítica. Es más, ni el mismo Evangelio se anuncia como de Mateo.

En lo referente al de Marcos, no podemos olvidar las serias críticas que tuvo, poniendo en duda su origen apostólico. Además, este Macos hay que aclarar que no es el primo de Bernabé. No se sabe de dónde sale, pues además no es judío dado que todo lo escribió en griego.

Si estudiamos el de Lucas encontraremos que se compone de dos partes sin entronque entre sí. Uno el gran fragmento testimonial, el que parece ser de Lucas y el otro, el prólogo de que en realidad va separado del cuerpo del libro. Esto hace suponer que es un añadido. Una adición tardía y muy intencionada.

Repasando el de Juan con un sereno estudio crítico, nos encontramos que es el gran esfuerzo del cristianismo para introducir a Jesús en la historia. La importancia de este “Evangelio” está en que nos muestra el origen gnóstico del cristianismo. El cristianismo de Juan es el tipo más antiguo de cristianismo, por lo tanto anterior a los “Sinópticos”. Yendo más lejos este cuarto “Evangelio” es el producto de la unión del politeísmo helenista con el monoteísmo judaico, que tendría su origen en la civilización egipcia más primitiva.

Resumiendo, estos son los cuatro “Evangelios” que las Iglesias cristianas, católica, griega y protestante, impusieron a partir del concilio de Laodicea. Esto es, cuatro evangelios simétricos, impuestos por auténticos e inspirados. Por otra parte se dá la prohibición absoluta de tomar por ciertos los otros.

Entre ese paquete de Evangelios condenados figuran algunos tan importantes como los de Sto. Tomás, San Pedro, San Andrés, San Tadeo, San Bartolomé, San Pablo, San Matatías y el de Nicodemo y Santiago. Aún podríamos tener otro grupo de especial interés con el “Evangelio de la Perfección” el de los “Doce Apóstoles”, y el de “La Infancia” y “Los egipcios”. Un tercer grupo lo formarían los de San Felipe, San Bernabé, Marción, Apeles y seguiríamos en larga lista. Son muchos los documentos de este tipo que se podrían presentar frente a la dogmática ortodoxia de los Concilios de Nicea y Laodicea. Uno se pregunta como puede seleccionarse así, con leyenda de milagro, tal como contamos en el capítulo de “Nicea Concilio Ocultista”, donde brillo por su ausencia el más mínimo sentido crítico y lógico.

Después de algunos años, cuando los católicos alcanzaron poder, recuperaron una lógica, pero negativa, y fue el sumir en la oscuridad y el olvido los libros que les resultaron ingenuos y destruyeron aquellos cuyos escritos eran molestos. Esto no es una apreciación particular, ni mucho menos. Actualmente los procedimientos de investigación histórica nos han permitido conocer a la perfección el panorama de la aparición, evolución y destrucción de muchos “apócrifos”.

Lo incomprensible, es lo que sigue en este proceso de estudio de los “apócrifos” y es que habiéndose reconocido que los “apócrifos” que se han catalogado de “heterodoxos” por el catolicismo, parecen precisamente los de más antigüedad. Estos, por pura lógica, deberían entonces ser los más autorizados. Todo lo contrario ocurre con los “ortodoxos”, que son posteriores a los tildados de heréticos, y no obstante se les considera veraces, auténticos y canónicos, amén de inspirados.

Esto no es óbice para que siendo críticos imparciales nos demos cuenta que, al parecer, por los escritos que nos llegan de Juan y de Pablo nada sea perfecto y tanta ley del “Antiguo y Nuevo Testamento” no sea correcta ya que S. Juan atribuye la ley antigua al Padre, y la nueva al Hijo cuando escribe que dijo Jesús: “Mi Padre ha obrado hasta el presente, y ahora obro yo”. Uno se pregunta si el Hijo vino a enmendar o perfeccionar las leyes del Padre, que es Dios. El hecho es grave. Pero resulta además que no va a ser esta de ahora tampoco la perfecta, pues Pablo en la “Epístola primera a los Corintos” les dice que cuando venga la perfección, entonces, lo que es imperfecto, será abolido. Parece ser que el nuevo legislador, será, según Jesús, el “Paracleto”, el “Espíritu Santo” como también nos dice San Juan.

Otro dato desconcertante y en cierto modo anacrónico, es que las “Epístolas” de Pablo son mucho más antiguas que los “Evangelios”. Entonces como se explica, si Pablo no conoció a Jesús y nunca nos dice nada de su vida, del Mesías sólo manifiesta un conocimiento teológico. Los “Evangelios”, “canónicos” o “apócrifos”, son un verdadero laberinto sin salida.

Con todo lo expuesto podremos comprender ahora con que poco fundamento son llamados “apócrifos” por los ortodoxos, todos aquellos que caprichosamente catalogaron así. Al evangelista que no entró dentro del criterio eclesial se le dijo espúreo. Es inconcebible que no se dieran cuenta que tanto Mateo, como Marcos, Lucas y Juan, incluso el “Apocalipsis” y las “Epistolas” son documentos tan sospechosos de ser inauténticos, como los “Apócrifos”.

No se ha tenido en cuenta que todos esos escritos no son en modo alguno originales de primera mano. Lo inconcebible es que no les importara en absoluto que aquellos textos fueran inauténticos. De ahí que todos los canónicos sean tan apócrifos como los otros. Aunque resulta duro reconocerlo, entre los investigadores y estudiosos ecuánimes y sensatos, hay muchas dudas de que los “Evangelios” no son documentos históricos ni apostólicos. Lo cierto es que sus narraciones parecen pertenecer al mundo de la fábula.

Tenemos que considerar que ninguno de los pretendidos apóstoles escribió palabra en “Evangelio” alguno, y que además no hay tampoco indicios de que sean suyos. Es por lo tanto un hecho que los autores de esos Canónicos Evangélicos que se han supuesto Apóstoles, nada tienen que ver con aquellos discípulos de Cristo. Sólo parecen el resultado de una tradición oral que siglos más tarde se compiló en libros. La verdad es que fueron muchos, muchísimos los libros confeccionados con esas características. Fueron compuestos por la cantidad de sectas entonces existentes y sin precisión directa de veracidad alguna. Su valor como documentos históricos es nulo, dado que sólo la fe, la imaginación y devoción fue su guía. De todo este caso literario no se pueden pretender sacar conclusiones ciertas. En resumen, no puede saberse ni cuando predicó Jesús, ni conocerse exactamente la temática de sus sermones, y mucho menos que prodigios fueron realizados, pues muchos de los contados rayan en lo ridículo e inverosímil. No es extraño que esto sea así, dado que el “Nuevo testamento” fue un calco del “Antiguo”, fantaseado y modificado por la costumbre entonces en voga, dentro de las sectas cristianas, de hacer panegíricos escritos de la tradición oral.

Ahora bien, en cuanto a la cronología de los “Evangelios Sinópticos” no es cuestión aquí de hacer un estudio exhaustivo para afirmar el orden de su aparición, baste, creo yo, decir que después de muy serios y minuciosos estudios, el orden establecido, en discrepancia con la iglesia, es el siguiente: Marcos, Mateo y Lucas. Cierto es también que hay exegetas que sostienen que el orden es Lucas, Mateo y Marcos. Lo que resulta cierto es que Mateo es el primero, y que sólo se lo impuso así la Iglesia al creer que por haber visto los hechos, y ser más contemporáneo, conocía mejor lo ocurrido.

Si hemos de escribir en verdad, tenemos que reconocer que los “Evangelios Canónicos”, tenidos como “inspiración” por el “Espíritu Santo” tienen una datación tan incierta como los mal llamados apócrifos.

Entrando en la antigüedad de los apócrifos nos sucede algo parecido para datarlos, así el “Protoevangelio de Santiago” este libro es una colección de narraciones que se compone de tres partes. Las primeras corresponden a la historia de la concepción de María y el nacimiento de Jesús. La parte tercera corresponde a la historia de Zacarias y que parece añadida más tarde.

Sobre el Evangelio del “Pseudo Mateo” y de la “Natividad” tenemos conocimiento que han sido unos arreglos recogidos del “Protoevangelio”, posteriores por lo tanto a él y con desconocimiento de su datación. Las mismas dudas tenemos con la ”Historia de José el Carpintero”, del que se desconoce su edad, pero sabiendo que el documento primitivo del que salió, es mucho más antiguo que el original griego en que se conserva, supondría pertenecer al siglo III ya que el Griego actual pertenece al siglo IV. En cuanto al “Evangelio de Santo Tomás” pasa a ser una derivación del “Protoevangelio”, lo que le situaría en el año 150, siglo y medio después de los hechos que narra.

Nos encontramos ahora que al considerar el “Apócrifo” del “Evangelio de la Infancia”, tanto en su redacción armenia, como árabe, su edad no es tan antigua como la de los anteriores “apócrifos” mencionados yéndose al siglo V su narración.

Tenemos ahora los “Evangelios apócrifos de Nicodemo y San Pedro”. Aún cuando sobre ellos hay verdadera discusión cronológica y grandes discrepancias, siendo justos y aunque mal le pese a la Iglesia, tenemos que considerarlos uno de los documentos más antiguos del cristianismo. Esta antigüedad está manifestada en el sentido gnóstico de su mensaje. Nadie puede negar ya que precisamente el gnosticismo fue la forma originaria del Cristianismo. Esto coloca este “apócrifo” de Nicodemo en anterioridad al de “Pseudo Jacobo”.

El “Evangelio de San Pedro”, es posiblemente aún más antiguo que el de Nicodemo y parece haber sido escrito en Egipto. Dadas las varias investigaciones cabe afirmar que este “apócrifo” existía ya antes de que finalizara el siglo I.

Pasando ahora al “Evangelio de San Bernabé”, tenemos que la sorpresa es mayor, pues nada lo relaciona con el Apóstol y cuyo texto no hace más que suscitar sospechas muy difíciles de clasificar.

No ocurre así con el “Evangelio de San Bartolomé”, que es un conjunto de fábulas, fantasías delirantes y supersticiones que ha hecho que apenas hablen de él los Padres de la Iglesia. Es de sospechar, no obstante, ese silencio a la antigüedad de este “apócrifo” que parece ser anterior al resto.

Pasando al “Evangelio de San Felipe”, nos encontramos con una redacción de doctrinas mágicas y piadosas. No consta tampoco su antigüedad, pero es indudable que data del principio gnóstico del cristianismo y es muy posible, que al ser anterior, en él se haya inspirado el evangelista canónico San Lucas. Esto situaría a este “apócrifo” de San Felipe dentro del siglo I.

Hay que considerar que, con respecto a los Evangelios “Cataro del Pseudo Juan” de “La venganza del Salvador”, de “La muerte de Pilatos”, “El Transito de la Bienaventurada Virgen María” y el de la “Correspondencia apócrifa entre Jesús y Abgaro, rey de Edesa” no podemos datarlos con un mínimo de seguridad.

De un modo distinto fue el nacimiento del “Evangelio de los Ebionistas”, que muy posible es el mismo evangelio hebreo. Su lectura es impersonal y su impregnado judeocristianismo hace que la crítica lo sitúe como el más antiguo de todos, “apócrifos” y “canónicos”.

El llamado “Evangelio de los Egipcios” es aun más impersonal, se confunde a veces con el de los hebreos. No obstante es de cronología más dudosa dado que está lleno de alteraciones e interpolaciones que le desvirtúan.

Quedan todavía otra serie de “apócrifos”, todo un resto, entre los perdidos y los más recientes. Sabemos que el de Taciano se escribió en el año 173 y no conocemos el origen del de “Ammonio”. En cuanto al “Evangelio de Valentino” nos cabe decir que su origen es del siglo II, casi a finales. Sobre las “Sentencias” solo consta que eran de uso en las sectas cristianas, y que además fueron aceptadas por los Padres de la Iglesia.

Una vez más con una persistencia desesperante nos encontramos con que profundizando en la investigación de los orígenes de toda esa serie de documentación “apócrifa” o “canónica”, la carencia de datos sobre la persona, la vida y la predicación de Cristo es impresionante. Sin embargo existen otra serie de documentos, crónicas más antiguas que los “Evangelios” de todo tipo, que nos descubren una imagen de Jesús fantástica y de cómo se forjó esa figura imaginaria por los judeocristianos.

De todos modos hay que tener en cuenta la existencia de un libro titulado “Rabbi Jeshua” de autor anónimo, que nos habla de cuatro documentos de los que Réthoré saca la conclusión de que la auténtica literatura cristiana primitiva, está compuesta por esos cuatro libros, que son: una crónica atribuida a Rabbi Saul, seguramente San Pablo. Otra crónica de redacción conforme a la estrechez de miras de los fariseos de la secta de Shammai. Una crónica original de un judío de Alejandría. Y por último un relato poco extenso y muy sucinto sobre la vida de Rabbi Jeshua. Estos, en resumidas cuentas serían los Preevangelios de todos los Evangelios.

A pesar de todo esto, existe la creencia en ciertos historiadores testamentarios, que hay un documento único, y que ha sido común a todos lo apócrifos. Documento no encontrado pero que no cejan en su búsqueda los partidarios de esta teoría. Así están las cosas en cuanto a Evangelios, Canónicos o Apócrifos se refiere.

No vamos aquí a seguir con un estudio, explicación, significado y guía del lector, sobre cuanto en los “Apócrifos” se cuenta. Son estas las cosas que cada uno debe de sacar en conclusión con su lectura. Sólo haremos unas consideraciones que el lector comprobará cumplidamente. Como dice Almeida Pavía: “La fijación de la media noche para la hora del nacimiento de Cristo no pasa de ser una leyenda solar, sin el más mínimo vestigio de fundamento histórico y que parece deber su origen, en parte, a una interpretación alegórica de ciertos textos del Antiguo Testamento, que nada tienen que ver con el caso, y, en parte, a las leyendas de Mitra y de otras divinidades solares, acerca de los cuales se refieren cosas parecidas.

Por otra parte se dará cuenta el lector que la fecha del nacimiento de Cristo resulta tan desconocida como la de su muerte. Es más, aunque supiéramos la primera sería dificilísimo conocer la segunda dado que desconocemos los años que vivió. No se sabe hoy, y tampoco lo supieron aquellas primeras generaciones cristianas, y lo digo por que encontramos contradicciones flagrantes entre ellos. Unos hablan de veintisiete otros de treinta, algunos de treinta y tres, e incluso hay quien le hace cumplir los cincuenta, como Papías y además así lo sugiere el cuarto “evangelio”. Es pues algo totalmente absurdo y desconcertante el que se ignore la fecha de nacimiento del personaje que como dice E.G. Blanco “con su figura mesiánica ha tenido sojuzgada espiritualmente a Europa durante dos mil años. Los que a pesar de ello se aferran en admitir su existencia no pueden atenerse a su fecha canónica, tal como ha querido sacársela de los “Evangelios”, sin enredarse en dificultades y contradicciones apelables muy difícilmente en el tribunal de la crítica.

Y voy a cerrar esta introducción a los apócrifos con algo desconocido por lo general de los católicos, y es que si hay un documento, con indiscutible interés, es el Talmud. Pues bien, en él aparecen unas historias bochornosas de Cristo. Es verdaderamente una noticia sorprendente y según lo que nos cuenta, Jesús vivió un siglo antes de la era cristiana y no murió en la cruz ni en Jerusalén, murió en Lud y apedreado, según prescribe la ley judaica.

Resumiendo, el testimonio de los Evangelios es históricamente nulo. Por otra parte, y lo dice el Talmud, Jesús existió.

Fuente: Los Apócrifos y otros libros prohibidos. José María Kaydeda