martes, 5 de agosto de 2014

Demonios y exorcismos

La palabra exorcismo procede del griego (exorkismo), formado por el prefijo ex (fuera) la palabra horkos (juramento) y el sufijo ismos (sistema), por tanto "obligar con juramento a efectuar algo". Algunos autores indican que la deidad romana Orcus, pueda ser una transliteración de la palabra griega horkos. Este término que fue adoptado por la mitología romana, alude a un demonio que vigilaba las puertas del infierno para impedir que las almas las abriesen y entraran las potencias divinas.

Estas creencias son antiquísimas, los egipcios consideraban a los demonios causantes de desgracias y enfermedades humanas, incluso capaces de impedir el viaje de regreso a ultratumba al ser atacados por estos. En Sumeria los sacerdotes rompían estatuillas que representaban los demonios provenientes del desierto, con el fin de alejar y destruir a los mismos. La tradición judía llama "dybbuk", al alma de un desencarnado que escapando del infierno poseía a una persona. El rito de expulsión de espíritus constituyen en muchos casos una explicación acorde a los conocimientos de la época sobre enfermedades mentales, un campo incluso poco desarrollado actualmente.

Todos los pueblos han creído en la existencia de espíritus malignos, a quienes han atribuido los efectos dañinos que han afectado a la naturaleza y principalmente al hombre. Si estudiamos los libros mas arcaicos del Antiguo Testamento, encontramos referencias a estos espíritus. Isaías denomina a estos seres como sátiros "y los sátiros brincaron allí..." también habla de que estos seres serán recibidos por animales aulladores, el macho cabrío llamará a los de su especie, y el monstruo nocturno "Liliz" se estableciera con ellos.

En el libro primero de Samuel, se cuenta que el espíritu del Señor se apartó de Saul, y un espíritu oscuro comenzó a atormentarle. La única forma de que el espíritu oscuro se apartara de Saul, era que un hombre como David, que el Señor estaba con el, tocase el arpa a su lado.

En la posesión diabólica de Sara, narrada por Tobías, el espíritu maligno no la infringía daño alguno, pero si había intervenido en la muerte de sus siete primeros maridos. El arcángel San Rafael es definitivamente quien arroja al demonio fuera de Sara.

El hexagrama y el pentágrama aparecen por primera vez en los mezuzot, unos rollos con pasajes bíblicos que los judíos ponen en las jambas de las puertas. También aparece en prácticas mágicas y, posteriormente, en distintos talismanes de diferentes culturas. Los dibujos mágicos del hexagrama y del pentágrama se conocen como sellos, de acuerdo a la idea de que la persona se sella a sí misma con estos arquetipos, para protegerse de los espíritus dañinos. Este término está ligado a la leyenda que refiere que el rey Salomón controlaba a los demonios por medio de un sello anular especial en el que estaba grabado el Tetragrama. El sello no tenía más que un poder, el de proteger de las fuerzas malévolas. Véase "El sello de Salomón II"

En el Nuevo Testamento se presenta al diablo como príncipe de este mundo, cuyo dominio pesa sobre toda la humanidad. Su influjo alcanza la misma naturaleza irracional, incitando al hombre al pecado mediante la tentación, oprimiéndole corporal y psíquicamente, e incluso llegando a posesionarse de él.

Jesús expulsó a muchos demonios de los posesos, pero es preciso distinguir esta expulsión de la simple sanación de un enfermo, que a veces ostenta síntomas similares. En el caso de la sanación, Jesús se dirige al enfermo y simplemente con su palabra o sirviéndose de un gesto simbólico, o arquetipo, cura la enfermedad. En el caso de un exorcismo Jesús se dirige al espíritu maléfico, a quien a veces interroga o hace callar, sin prácticas que ostenten el menor viso de magia manda al diablo abandonar su víctima simplemente con el imperativo de la palabra divina, que es la palabra del Padre, y la fuerza del Espíritu Santo.

Mateo narra como el Señor concedió este mismo poder a los Apóstoles, y les confirió ese don junto con los milagros. Desde entonces los discípulos utilizaron casi siempre el nombre de Jesús para arrojar los demonios. Los Hechos de los Apóstoles narran varios exorcismos efectuados por San Pablo, estos procesos requieren de una manifestación de fe viva, acompañada de una conducta intachable. Sin esta premisa resulta inútil arrojar a los demonios fuera del poseído.

La iglesia siempre ha tenido una intensa y constante persecución en contra de cualquier manifestación o información de carácter ocultista, pero sin abandonar sus propias técnicas mágicas de invocación relacionadas con los exorcismos, ritos o ceremonias. Varios han sido los libros escritos por expertos de la Curia, con el fin de establecer un método de contacto con entes o espíritus muchos de ellos catalogados como demoniacos, resultando paradójico la perseverancia y firmeza con la que se ha perseguido históricamente a los practicantes de métodos ocultistas. Hay por tanto una tradición eclesiástica en la recopilación de datos e investigación sobre este perseguido mundo, desde el "Malleus Maleficarum" autentica obra de referencia en exorcismos, hasta otras de menor interés como el "Gran Grimorio del Papa Honorio" demuestran que la Iglesia desarrolla técnicas ocultistas, pero silenciadas a la opinión publica.

En la actualidad sólo una de cada cuatro diócesis tiene exorcistas. La presencia de exorcistas en las diócesis es bastante escasa aunque los obispos están cambiando esta tendencia ante el aluvión de casos que están llegando. Una de las grandes diócesis europeas como Milán, quizás la más importante después de Roma, optó por aumentar el número de exorcistas. El cardenal Angelo Scola, uno de los que sonó como papable en el pasado Cónclave, multiplicó el número de exorcistas de la Diócesis pasando de seis a doce.

El caso de Madrid es llamativo pero no único. El arzobispo ha nombrado de una vez ocho exorcistas tras la avalancha de peticiones y de casos en los que existiría una influencia maléfica o influencia demoniaca, según fuentes de la Iglesia Católica. Este hecho coincide prácticamente en el tiempo, con el supuesto exorcismo, luego desmentido por el Vaticano, realizado por el Papa Francisco en plena Plaza de San Pedro el día de Pentecostés.

La Iglesia Católica ha optado en numerosas ocasiones por hablar poco o nada sobre el tema de exorcismos, la excepción más importante ha sido la del conocido y polémico padre Amorth, exorcista del Vaticano y formador de gran parte de los exorcistas tanto laicos como religiosos de todo el mundo. Este veterano sacerdote asegura que "la verdadera carta vencedora del demonio, sin embargo, es estar siempre escondido y la cosa que más desea es que no se crea en su existencia. Él nos estudia a cada uno y nuestras tendencias al bien y al mal, y después suscita la tentación, aprovechándose de nuestras debilidades".

El Vaticano, a través de su Universidad “Athenaeum Pontificium Regina Apostolorum”, ha iniciado un segundo ciclo de cursos dirigido a aquellos sacerdotes católicos que deseen entrenarse en la lucha contra el satanismo. Se trata del primer título oficialmente reconocido por la Iglesia Católica en esta asignatura. El curso, que se ha inaugurado con unos 120 alumnos, dura diez semanas e incluye clases sobre ritos de exorcismo y psicología clínica para aprender a distinguir un esquizofrénico de un ser endemoniado. El curso de exorcismo, que este año celebra su segunda edición, está abierto por primera vez a laicos, entre ellos catequistas, psiquiatras o abogados, aunque los ritos para expulsar al demonio de un cuerpo están reservados a los obispos y sacerdotes designados por ellos.

Pero la sanación espiritual no es un tema que compete única y exclusivamente a la iglesia Católica. Hay que destacar que la iconografía mítica o mental del católico tiene una imagen antropomorfa del diablo, del que piensa que intenta resolver sus asuntos al puro estilo humano. En este tema existe bastante disparidad tanto entre los distintos sacerdotes habilitados por el Vaticano para realizar exorcismos, como entre aquellos que los realizan sin el permiso de la Curia. Por tanto la iconografía mítica o mental del observador, ya sea exorcista o poseido, católico o agnóstico, será decisiva a la hora de formar un criterio sobre la naturaleza demoniaca, los espíritus, o simplemente sobre las energías inferiores.

Y comprendo que el único diablo del que el hombre tiene que redimirse es su ego, su yo inferior, si el hombre ha de encontrar al diablo, tiene que buscarlo dentro de si mismo, su nombre es ego. Si el hombre ha de encontrar a su salvador, tiene que buscarlo dentro de si mismo, y cuando el ego demonio ha sido destronado, el salvador Amor, será alzado al trono del poder. El David de luz es pureza, que mata al fuerte Goliat de oscuridad, y que sienta al verdadero rey, al Amor, en lo más elevado del ser, en el sitio que le corresponde, en su trono. (Evangelio Apócrifo de Levi H. Dowling)

Sig Lonegren, uno de los mas afamados radiestesistas de los Estados Unidos, describió una energía que llamó "upper". Además, curiosamente localizó su contrario, una especie de agujero negro "downer" que absorbía esta energía y que aparecía en casos donde había existido grandes dosis de odio, violencia, o magia negra. Esta energía aparecía también en almas descarriadas, y en procesos que parecían ser similares a la esquizofrenia. Muchos sanadores en sus sesiones son capaces de reparar estas anomalías a través de la columna de energía divina. Véase "La columna de luz sagrada"

Medición radiestésica de un agujero negro absorbiendo la columna de luz sagrada

Los dirigentes de la iglesia mantendrán una intensa y costante persecución en contra de cualquier manifestación o información de carácter ocultista. Su mensaje siempre ha utilizado el arma del miedo para no perder su hegemonía. En algunos casos son los propios exorcistas, que en el ejercicio de su encomiable labor utilizan la colaboración de videntes y mediums, o indican a los supuestamente poseídos solicitar sus servicios. La iglesia condena ciertas prácticas que ella misma utiliza, y por supuesto no abandona sus propias técnicas mágicas de invocación relacionadas con los exorcismos, ritos o ceremonias.


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